Por una Canarias valiente para liderar nuestro futuro

El nacionalismo en Canarias ha tenido varias etapas históricas. Fue una opción ideológica que en los años 70 y 80 del siglo pasado se vinculó con la izquierda, con la rebeldía socio-política, con las reivindicaciones culturales que hasta ese momento estaban perseguidas y minorizadas por el gobierno centralista y autoritario. Ser de izquierdas y nacionalista no era hegemónico política y electoralmente, pero si es verdad que muchas de sus expresiones culturales y sociales se hicieron desde el punto de vista cultural o social. Siempre recordaré las banderas de las siete estrellas en el Estadio Insular o en fiesta de La Rama, la expansión de la música popular (con “Tenderete” y Nanino) y el auge en general de orgullo de la canariedad. Podría decirse que triunfó el “canarismo” cultural y no el nacionalismo político. Mucha gente que hoy tiene más de 50 años creció en esa “onda cultural expansiva” del canarismo.

Considero que este proceso cultural y otros condicionantes ayudaron a la conformación de un bloque político-electoral que excedió del ámbito de la izquierda, la creación a mediados de los 90 de Coalición Canaria. Una organización política que se declaraba superador del eje izquierda-derecha y que ponía a “Canarias por encima de todo” y que tuvo durante muchos años un indudable liderazgo político en nuestro Archipiélago. La generación de este proyecto tuvo consecuencias importantes, una de ellas, sin duda, centrar el discurso político en nuestra tierra y no en lo que pasaba fuera, pero con el tiempo supuso un desgaste para lo que se conoce por “nacionalismo”. Entre la gente de las generaciones más jóvenes empezó a pesar demasiado el desarrollismo y anti-ambientalismo de algunos de sus dirigentes, el insularismo mal entendido de otros, y los casos de corrupción de otros tantos. Si a todo esto le sumamos un proceso de “globalización” donde el nacionalismo se ve desprestigiado se genera el caldo de cultivo necesario para que las generaciones más jóvenes (menores de 40 años) vean los proyectos que defienden el nacionalismo de forma muy distante o con rechazo. Por si fuera poco, a principios del presente siglo algunas de estas cuestiones y otras provocan un cisma en el proyecto principal, y se crea Nueva Canarias, desgajándose de CC. El nacionalismo fue perdiendo poco a poco su relato, tanto el original (1970-80), más radical, como el segundo (primeros años del este siglo), más funcional y utilitario. La ciudadanía se fue alejando de los dos, por distintas razones.

¿Podemos revertir esta situación? Creo que es posible y necesario construir un proyecto autónomo de futuro en nuestra tierra. Un proyecto que desborde viejas ideas y términos posiblemente algo desgastados como “nacionalismo” y trabaje para que la población en general vea la necesidad de tener referentes cercanos y autónomos que desarrollen políticas en favor del bien común. Para llegar a la nueva generación creo que son más importantes los hechos valientes que las palabras y los discursos. En algunas instituciones donde está Nueva Canarias estos hechos se pueden palpar en el día a día. Valiente ha sido la política de movilidad sostenible en Las Palmas de GC, valiente ha sido el trabajo a favor del sector primario, por las energías renovables o la lucha contra la pobreza en Gran Canaria, valiente ha sido la apuesta por el liderazgo público para salvar la situación y la economía con la pandemia actual desde el Gobierno de Canarias, etc. Sin duda todavía hay muchísimo por hacer y por trabajar, pero, ¿con qué horizonte? ¿Qué palabras o ideas, entonces, pueden ayudar a definir un proyecto en nuestras islas? Considero necesario tener una decidida idea de lucha contra el deterioro ambiental del planeta y de Canarias, con una construcción fuerte de nuestra Comunidad, regenerando nuestra democracia con una visión solidaria y por la igualdad y la libertad desde nuestra cultura e identidad propia. 

Valentía “verde”. 

El planeta está en una situación de emergencia, no sólo esta acosado por nuevos retos como las pandemias globales, sino que el modelo de crecimiento ha demostrado no ser sostenible y poder llevarnos al desastre climático. Desde Canarias tenemos que poner nuestra aportación contra este desastre. Necesitamos políticas valientes, que no se acobarden ante un obligado cambio de paradigma con respecto a la economía, políticas que apuesten por la movilidad sostenible, por la economía verde, por las energías sostenibles, por la soberanía alimentaria. En definitiva, por un Gran Acuerdo Verde que se concrete de forma valiente con medidas palpables. Un proyecto político de futuro debe pensar en favor del bien común, convencer más que vencer, dialogar y hacer pedagogía política y, sobre todo, lograr transmitir la necesidad que el futuro de nuestro archipiélago y nuestro planeta va ligado a la defensa de la naturaleza y a la lucha contra el cambio climático.

Autogobierno fuerte y valiente. 

Necesitamos una autonomía que tenga capacidad de decidir sus propias políticas, pero que sea capaz de poner en marcha una administración “inteligente” y flexible, con capacidad para liderar cambios en nuestro archipiélago que posibiliten diversificación económica y desarrollo del I+D, pero que a la vez haga cada día más fuerte el Estado de Bienestar, a través del fortalecimiento de la educación, la sanidad o la atención a la dependencia. Esta crisis pandémica ha demostrado la necesidad de estados fuertes que potencien los sectores de valor colectivo desde lo público, lo cual nos garantiza una respuesta controlada e igualitaria ante los contratiempos que nos pueden llegar. Para que nuestra autonomía sea fuerte y tenga recorrido debe ser exigente con sus derechos ante terceros, ante el Estado y ante la Unión Europea. Tenemos nuestros derechos históricos que deben ser reclamados sin asistencialismo, pero sin ningún tipo de complejo. Somos capaces de administrarnos a nosotros mismos, lo hemos demostrado mejorando la calidad de vida de una sociedad que cuando se gobernaba a través del centralismo, hace 40 años, tenía unas cotas mucho más altas de pobreza, analfabetismo, y peores índices de calidad de vida. Pero todavía no es suficiente, podemos y debemos ejercer el máximo autogobierno posible sin que esto genere una merma de calidad de vida de la ciudadanía. La obligación de un gobierno valiente es pensar a lo grande y enfrentarse a las dificultades intentando generar sinergias positivas y ambiciosas. La falta de fe en los cambios y en la mejora se convierte en una profecía auto cumplida: cuando no creemos en la capacidad gubernamental para crear “valor” y riqueza en la sociedad, a la larga no puede hacerlo. 

Regeneración democrática valiente. 

Necesitamos un proyecto que sea contundente con la lucha contra la desviación o corrupción institucional, y eso es sinónimo de llevar adelante prácticas profundamente democráticas. Se debe trabajar intensamente por un grado cada vez más elevado de transparencia, que, en muchas ocasiones, se consigue con mayores cotas de participación ciudadana y de los colectivos de la sociedad civil organizada, donde los procesos de consulta puedan ser una herramienta más de la gestión cotidiana.

Solidaridad valiente. 

Nuestra identidad se ha forjado siempre desde la mezcla y el mestizaje. Nunca hemos sido etnicistas y en este mundo complejo del Siglo XXI no tendría ningún sentido. La inmigración sucesiva es una parte fundamental de nuestra forma de ser como pueblo, y debemos seguir así, pero se hace necesario tener una política de acogida de acuerdo con el Estado y la Unión Europea para que haya unas políticas que equilibren la solidaridad entre las distintas instituciones territoriales. Por otro lado, con el resto de ciudadanos del estado y del mundo debemos realizar una pedagogía política muy nítida para que vean en los proyectos centrados en Canarias un valor y no una amenaza para su desarrollo personal y familiar.

Equidad y libertad con valentía.

Necesitamos que la lucha para erradicar la pobreza se convierta en una prioridad y que nuestra ciudadanía tenga las mismas posibilidades con un sistema que genere la máxima redistribución de rentas posible. Para esta lucha son claves unos servicios públicos de calidad que defiendan una sociedad equilibrada capaz de atender las necesidades del conjunto de la ciudadanía. También debe ser una prioridad de un proyecto político canario la defensa de los derechos de igualdad y afirmación de las mujeres. El feminismo y la lucha por la libertad sexual y el reconocimiento legal y social de los derechos de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales debe ser una premisa para una sociedad justa de futuro.

Canariedad valiente y cultura propia. 

La globalización de los últimos años, con la extensión de decenas de cadenas de televisión, internet y redes sociales, donde la música, y otras modalidades culturales, son cada vez más asimilables a cualquier parte del mundo, ha generado que una parte importante de la canariedad este en crisis (nuestra forma de hablar, nuestra música, etc). Necesitamos abrirnos al mundo pero en igualdad de condiciones. Necesitamos potenciar nuestras herramientas de creación propia (televisión, editoriales, productoras de cine y TV, etc) y ser capaces de aumentar las posibilidades “comerciales” de nuestros creadores. Necesitamos que las instituciones hagan un esfuerzo que supla la voracidad de la globalización en estos sectores, pero también que tengan una mentalidad abierta sobre lo que significa la cultura canaria y nuestras formas de aportar al mundo desde este rincón atlántico que además puede generar diversificación económica. Además, un proyecto de este tipo necesita empoderar a nuestra gente y nuestra sociedad civil para que estas ideas vayan ganando espacio en las islas.

En distintas organizaciones y partidos políticos existen personas que pueden aportar a este nuevo proyecto global y que pueden estar de acuerdo con esta nueva forma de entender la política en Canarias, pero creo que no podemos volver a caer en transigir en las ideas. Las personas son prescindibles, pero si queremos de verdad que el canarismo y su proyecto político autocentrado tenga futuro es necesario no prescindir de la reformulación y actualización de sus ideas. Nueva Canarias lleva unos años con este proceso abierto, pero seguimos caminando e inventando en un período de cambios y de crisis global. El próximo Congreso Nacional es una puerta para recoger tus ideas y para recoger tus propuestas, en definitiva, para impulsar Canarias.

 

 

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