Ha comenzado otra campaña electoral, y, como siempre, los más activos suelen ser los del P.E.A.
El P.E.A. (Partido de Estómagos Agradecidos) que nunca se presenta a unas elecciones y está presente en todas.
Con afiliados y representantes en todos y cada uno de los partidos, sin distinción de siglas ni colores,
De su número de simpatizantes y afiliados, de su fanatismo, dependen, en muchas ocasiones, los fracaso o triunfos en las contiendas electorales.
Para ello, estos “estómagos agradecidos “ van haciendo méritos, ya sea con sus comentarios en redes sociales, quitando hojas de firmas sobre cualquier reclamación, manipulando intervenciones y acciones, traicionando a compañeros y supuestos amigos, pasándose y presentándose por diferentes partidos, en el más puro travestismo político, sin que les salgan los colores, echando basura sobre aquel que consideran rival a abatir, afiliando a familiares, amigos y enemigos para tener mayoría en los procesos internos, etc.
Las recompensas son múltiples y variadas, entre otras están: el nombramiento en alguna institución u organismo público, ser cargo de confianza o asesor que reparte los derechos como si fueran favores, los contratos temporales, las entradas de las que disponen algunas instituciones públicas para los partidos de fútbol, de baloncesto o de eventos musicales, subvencionando asociaciones u organizaciones para luego recoger lealtades…
En fin, la lista es tan innumerable y reconocible, que se podrían ahorrar el programa electoral, ya que las sucias estrategias para alcanzar el poder eclipsan cualquier propuesta.
Eso si, tienen cuidado en sus intervenciones y relaciones públicas, para no ser descubiertos, son auténticos lobos con piel de cordero, que hacen del poder y del dinero su modus operandis.
Ante tal panorama, somos muchos los que nos preguntamos: Y ahora qué?
Responder a este interrogante, ya no es una cuestión de opción sino una necesidad.