Indignada, enfada, desconcertada… Intentando gestionar mis emociones.

Retrocedamos, marzo de 2020, pandemia, estado de alarma, confinamiento. Todos en casa, sólo salir para actividades esenciales, y los niños y niñas, ni pisar la calle porque pueden ser asintomáticos y transmisores. Los más vulnerables, mayores y personas con patologías previas. Los jóvenes no se contagian.
 
Calladitos y obedientes, todos a casa.
 
Toques de queda, niveles, desescalada… los jóvenes sí se contagian y contagian, ellos son los culpables.
 
Desconcierto.
 
Vacunas, no vacunas, solo población de riesgo, sólo mayores… una dosis, dos dosis, y tiro porque me toca.
 
Vacunas por franjas de edad, límite de personas, aforo permitido, terraza o interiores…
 
Nos vamos a volver locos!!
 
Mascarillas sólo en espacios cerrados, mucha gente en terrazas con la cara destapada, bebiendo, comiendo, riendo y disfrutando. El virus sigue ahí… pero como intentamos obedecer, vamos haciendo lo que nos van permitiendo.
 
Nos facilitan el antígenos, está al alcance de quien quiera hacerse la prueba y estar medianamente tranquilos, a un precio asequible.
 
Tercera dosis de refuerzo, ya sólo las dos vacunas no son suficientes.
Casi llegando la Navidad, vacuna para los menores de 12 años.
 
Finalizan las clases y un positivo, dos positivos o tres en un aula, 21 de diciembre unos niños y otros no a casa, durante diez días de cuarentena. Unos, ya han podido recibir la primera dosis de la vacuna, otros por saturación del sistema o porque no llegaron a tiempo, debido a que otra cuarentena se adelantó, no la han recibido.
 
El antígenos ya no es fiable, o sí… aún no queda del todo claro. Navidad, y vuelta al nivel 3.
Mensaje: si eres contacto estrecho o aparecen síntomas, llamar a… no acudir al centro de salud, no responden, están saturados, colapsados porque el ómicron ha llegado para quedarse, otra variante desconocida de la que, no saben con exactitud, cómo se comporta, qué nos falta.
 
Me cuestiono, reflexiono.. los sanitarios, en primera de línea de fuego, actuando según el protocolo, haciendo lo que les dicen, trabajando doce horas o más…
 
Siempre con sus mejores rostros y sonrisas. Admirable…
 
Y aquí seguimos, en cuarentena sin hacer PCR, porque los rastreadores no “llegan a todo”, lógicamente.
 
Pasan los diez días, los niños y niñas, encerrados en la época del año que más les gustan… pero bueno, como su capacidad de adaptabilidad es altísima, aquí siguen, aguantando y siempre cantando, sonriendo y jugando, pero también enfadados, porque si a nosotros nos cuesta entender estos casi dos años de pandemia, a ellos les cuesta más conseguir una sencilla explicación.
 
Cuídense!!❤
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