Todos hemos tenido una ilusión, esa que nos revuelve el corazón. Una pasión que decidimos dormir en lo profundo de nuestro interior, o que tal vez, aún perseguimos con la ferviente idea de lograrla. Esa que se gesta a fuego lento con cada pequeño y gran esfuerzo, con la paciencia de una madre que ve crecer a su hijo.

      ¿Cuántos pueden decir que se dedican a lo que les apasiona?

     Esos que no se dejaron tatuar el no en la frente, de “no lo voy a conseguir”. Esos que saben reconocer la verdad, en la búsqueda de un sueño solo posees el instante, el día a día en una escalera que solo entiende de peldaños y ascensiones, pero que poco a poco se puede escalar, aunque hayan escalones mas grandes que otros, momentos que necesitarán mayor o menor esfuerzo.

     Sin centrarte en un destino que solo pertenece a la fantasía hasta que logras alcanzarlo, solo disfrutas el viaje y valoras cada nuevo logro que consigues, nunca serás el mismo que comenzó y evolucionaras con cada nuevo paso, en esa ascensión, que tal vez, solo seas capaz de ver tú, o que tal vez, nunca llegues a alcanzar, pero aún así la persigues con la fe ciega de que algún día lo lograrás.

     Por eso este texto se lo dedico a quien no deja atrás sus pasiones y las busca, incluso las pelea si es necesario. Es mi forma de decir que esta es la mano que espera impulsarte hacia un nuevo escalón.