Los Senderos de la Vida

Y así recorrió el sendero que solo él era capaz de ver, ese que lo separaba del rebaño, sin temor a los lobos del camino, pues la senda que recorría, ya solo le parecía una vaga ilusión que no se sostenía.

-pobre oveja blanca de lana densa que elige ser negra- pensaban las demás mientras veían como se iba.

Todas se preguntaban ¿que ganaba? Si parecía que todo lo perdía, peri no veían que en su soledad hallaba las mas tierna de las compañías, no podía dejar de recorrer su camino de baldosas amarillas, esas que se iluminan cada vez que pisas, lleno de flores silvestres y algún que otro árbol que se inclinaba para ofrecerle su caricia.

Tristemente, los demás solo veían un lugar yermo y sin rastro de vida, una quimera que solo les hacía sentir agonía, tan cegados por la meta de su propia senda que ya no se detenían a admirar todo cuánto se les ofrecía, olvidando el placer de caminar en rima.