En el municipio de Gáldar, Gran Canaria, se viene desarrollando, con gran acogida, la mesa redonda “Cuidados para la vida”, un espacio diverso en el que profesionales de distintos ámbitos comparten experiencias y conocimientos sobre cómo acompañar con dignidad los procesos de enfermedad avanzada y fragilidad.
La repercusión positiva que está recibiendo por parte de los asistentes —personas especialmente sensibles por su proximidad a estos estados de salud, ya sea en lo personal o lo profesional— ha abierto la vocación de continuar este ciclo en otros puntos de la geografía insular, ampliando su alcance y sembrando conciencia allí donde más se necesita.
En esta mesa confluyen cuatro miradas complementarias: la enfermera Nélida María Mendoza Suárez, que aborda la función de los cuidados paliativos; la psicóloga Laura Perdomo López, que profundiza en la comunicación y la coherencia emocional; el preparador físico Javier Olmedo, que reflexiona sobre el papel del deporte en la enfermedad avanzada y el cuidado de la familia; y yo mismo, como coach en gestión emocional y mindfulness, con la ponencia titulada “El poder de lo simple”.
La simplicidad que cuida
Ante una creciente idea generalizada que venera lo grande, lo rápido y lo espectacular, la enfermedad nos recuerda lo esencial. El diagnóstico, el dolor o la fragilidad obligan a reducir la velocidad. Y entonces, lo que parecía secundario —una mirada, un gesto, un sorbo de agua, una conversación serena— se convierte en lo verdaderamente importante.
Desde la filosofía de “Momentos de máximos con lo mínimo”, que inspira mi trabajo y que se refleja en el libro Maximín, propongo recuperar esa mirada. No se trata de simplificar los cuidados, sino de profundizar en lo sencillo, encontrando en lo pequeño un recurso de humanidad, cercanía y sentido.
Mindfulness y cuidados
El mindfulness nos enseña a estar presentes sin juzgar. En el contexto de los cuidados paliativos, esto significa:
- Estar con la persona, no solo con el síntoma.
- Escuchar lo que se dice y lo que se calla.
- Acoger las emociones sin intentar taparlas ni huir de ellas.
Practicar lo simple es también practicar el cuidado: menos hacer, más ser.
La lección de Maximín
El personaje de Maximín encarna esta filosofía. No acumula, no corre, no se queja. Observa, agradece y actúa con amabilidad, con atención. En una de sus escenas más sencillas, contempla cómo cae una hoja de un árbol y comenta:
“Estoy viendo cómo la vida se entrega sin ruido.”
Ese gesto, aparentemente mínimo, contiene una enseñanza poderosa para quienes acompañan procesos de enfermedad avanzada: la vida, incluso en sus etapas finales, sigue ofreciendo belleza y sentido. Basta con estar presentes para reconocerlo.
Cuidar también a quienes cuidan
El cuidado no se dirige solo al paciente. También alcanza a la familia y a los propios profesionales. El desgaste emocional y físico es enorme, y aquí es donde el poder de lo simple se convierte en un refugio:
- Un minuto de respiración consciente antes de entrar a una habitación.
- Una pausa de gratitud al finalizar la jornada.
- Un gesto amable hacia un compañero de equipo.
Pequeñas prácticas que no consumen tiempo, pero que regeneran energía y devuelven equilibrio. Cuidar es también cuidarse.
Una elección valiente
Vivir y cuidar desde la simplicidad es un acto contracultural. Exige valentía. Significa aceptar que no lo controlamos todo, que no siempre hay respuestas inmediatas ni soluciones definitivas. Pero también significa abrazar el presente, con lo que trae, y descubrir en él un sentido que no se mide en estadísticas, sino en autenticidad y en humanidad.
La mesa redonda “Cuidados para la vida” (iniciativa de la enfermera Nélida María Mendoza Suárez) es un ejemplo de cómo distintas disciplinas —medicina, psicología, actividad física y coaching emocional— pueden confluir en un mismo propósito: poner la vida en el centro, incluso cuando la enfermedad avanza.
Una invitación
Te invito a experimentar algo sencillo:
- Haz una sola cosa a la vez.
- Agradece cada día un detalle mínimo.
- Pregúntate: ¿Qué gesto sencillo ya disponible podría hacer de este día un poco mejor?
Quizá descubras, como Maximín, que:
“Lo mejor que me pasó hoy fue darme cuenta de que no necesitaba más.”
Porque cuidar y vivir, en esencia, son lo mismo: requieren presencia, escucha y un corazón abierto.