Un director para una época por José Luis Yañez

El dos de febrero del año 2007, don Eusebio Bravo Páramo recibió de parte de los miembros de la Banda de Música de la Villa de Teror un homenaje que en el Auditorio recién estrenado quería conmemorar y agradecerle lo mucho hecho y sembrado por él durante los 25 años que se cumplían desde su llegada a la Villa en 1982.

A la par, el Ilustre Ayuntamiento terorense aprovechaba la ocasión para entregarle la Insignia de Oro que se unía a su anterior nombramiento como Hijo Adoptivo concedido en 1996, por su “extensa contribución sociocultural al municipio, tanto en su labor didáctica como en la consolidación de la Banda de Música de Teror”. Se destacaba en aquel momento su gran labor formativa y musical que había calado en varias generaciones convirtiendo la Banda de Teror en una de las más representativas de Gran Canaria.

Su llegada a la Villa en 1982 se debió a un hecho -como muchos en la vida- meramente circunstancial. El buen amigo y músico de la Villa Sebastián Rivero ingresó aquel mismo año para cumplir el servicio militar. Allí conoció a don Eusebio, director de la Banda de Música del Ejército del Aire, y le comentó la necesidad de un director para la Banda de Teror. Bravo se reunió con el alcalde de entonces, Salvador Cárdenes y tras ello se convirtió en el director de la Banda.

Así de sencillo y así extraordinario a la vez.

Y Bravo Páramo pasó a ser el gestor de una institución que desde su creación en el siglo XIX había pasado por tantos vaivenes que muchos creían que no iba a ser más que uno más. Pero no fue así. Eusebio Bravo Páramo fue el director perfecto para aquella época y que a la vez marcaría toda una época posterior en la que hoy en día disfrutamos de los frutos por él sembrados y que tienen su expresión más certera en quien le sustituyera años más tarde, don Óscar Sánchez Benítez, que también pasó por sus sabías manos, que mezclaban como nadie, y eso puedo asegurarlo certeramente, la severidad de su formación militar con su acierto para conducir con la serenidad que le caracteriza, aquella embarcación cuyo encargo de dirigir recibió y que tantas veces había zozobrado antes de su llegada.
Nada tengo que añadir a la extensa y documentada nota de prensa que el Ayuntamiento de la Villa ha publicado el día de hoy.

Si puedo, y debo por el cargo que ocupo, dar una pincelada personal y humana a quien tanto hizo por la cultura de un pueblo en el que se sintió como un vecino más. Desde muy joven, Eusebio Bravo afirmaba que había descubierto “que lo suyo era la música y decidió entregarse por completo al instrumento que le ha acompañado toda la vida: el clarinete. Con él viajó por media España desde Valencia a León pasando por Madrid y aterrizando definitivamente en Gran Canaria en 1971… mi entrada en el Ejército fue una opción para poder vivir de la música. En realidad, no tenía antecedentes en mi familia ni sentía un mayor interés por la carrera militar. Hoy día hay más facilidades para vivir de la música y está más reconocida, pero hace unos años era difícil sobrevivir como músico”

Al llegar a Teror sólo disponía de una banda que no superaba la docena de integrantes con los que actuó, cuando tan sólo habían pasado siete meses de su llegada. El 11 de septiembre de 1982 a las seis de la tarde dirigió un concierto con que se conmemoraba el Día de Las Marías. Pero no sería hasta 1983 cuando decidió actuar en el pregón de las Fiestas del Pino con músicos voluntarios de la Banda de Aviación.

Para ello decidió dar el primer paso de los muchos que con un acierto casi milimétrico fue trazando el futuro de la Banda de Teror. Comenzó solo, casi como un predicador de las bondades de la música, a acercarse a los colegios para despertar en los más jóvenes (algo que definió siempre su labor) el interés por la música a la vez que iba captando integrantes para aquella exigua formación que había encontrado a su llegada.

Además siguió combinando su faceta musical con conciertos de clarinete y saxofón, instrumento que le abrió un mayor número de posibilidades para tocar en salas de espectáculos como la “Pinito del Oro” de la capital grancanaria, “además ha compuesto una docena de temas relacionados con el pasodoble o la música canaria, entre las que resalta “Sentimiento Guanche”.

Era músico antes que militar; educador antes que director; amante de la cultura antes que severo instructor… prefería tocar acompañado más que solo; si tenía que elegir un compositor, se quedaba con Beethoven; su obra de cabecera era la 5ª Sinfonía del mismo autor, aunque “hubiera muchas obras buenas”; no entendía otro oficio que el de la música para su vida; las canciones de las que no se cansaría de interpretar nunca eran algunos temas musicales de películas; utilizaba la música para divertir y para comunicar; y lo que más valoraba en un músico era que fuera un buen intérprete y que pusiera sentimiento en lo que tocara.

Con el paso de los años e integrado completamente en el vecindario de la Villa, Bravo Páramo pasó a ser profesor de música en la Banda a la Escuela de Música “Candidito”
Y así llegó el año de su jubilación.

Óscar Sánchez Benítez, alumno de Bravo fue nombrado nuevo director de la Banda de Música de Teror en septiembre de 2009. Afirmaba su intención de continuar los pasos de su maestro, que el periodo de transición en la nueva dirección de la Banda fuera suave y llevar adelante los muchos proyectos que tenía en mente.

Y ha cumplido. Digno sucesor de su antecesor.

Eusebio Bravo Páramo nació el 1 de julio de 1933 en Orgaz y ha fallecido el día de hoy en Gran Canaria, el lugar elegido para vivir con su esposa Ascensión Llamazares Pinto. Su incineración tendrá lugar, mañana martes 5 de noviembre a las 16,30 horas en el Tanatorio de San Miguel.

Su obra permanecerá en Teror por siempre y para siempre.

Bravo Páramo aseveraba tajantemente que con respecto a los miembros de la Banda “he intentado que se sientan a gusto y que la Banda sea una referencia en sus vidas. Por supuesto…he tenido que pelear para que mantengan su interés y no decaigan; quizás esto haya sido lo más trabajoso, incluso más que la misma formación musical…todo lo que es música me gusta. No tengo predilección por un estilo o un autor concreto, aunque cada uno puede tener su momento. Hoy día se hacen muy buenas canciones, pero realmente en la música está todo inventado; lo que ocurre es que cambian los tiempos y también los modos de oferta y demanda…”

Aunque en su pregón de las Fiestas del Agua en 2004 realizó una afirmación de intenciones que deseo sean las últimas palabras para cerrar in memoriam este obituario.

“Es la primera vez que pregono una fiesta y me gustaría transmitir la importancia que tiene la música en cualquier celebración: la música es la esencia de la fiesta, lo que hace unir a la gente y lo que consigue que los ruegos y los deseos se hagan realidad”

José Luis Yánez Rodríguez
Cronista Oficial de la Villa de Teror.