Por suerte no soy yo sólo, sino que coincide mucha gente conmigo y nos escandalizamos juntos cuando vemos que el dinero público se va al fondo de las arcas eclesiásticas. ¿Hasta cuándo va a durar este impuesto revolucionario que no cesa ni en plena crisis?

Ahora hablamos de la crisis de las personas, la crisis familiar o social que vivimos, por ejemplo, en Canarias. Y claro, es que no hay mejor ejemplo. Seguramente por un estatus colonial que ha ido adecuándose a los tiempos, pero perdura hace más de 500 años, situando a Canarias en la cabeza del Estado español y de Europa, si nos ponemos a comparar. A la cabeza en pobreza, en sueldos más bajos, en paro, en empleo precario, en porcentaje de desahucios y, lo más posible que también en nivel  de suicidios y hambruna. Por duro que le parezca a los más acomodados esto lo pueden verificar en cualquier estadística, no es ficción: «La (colonia) ultraperiférica de Canarias a la cabeza en explotación humana».

Como contradicción, retomamos, se va generosamente dinero público a fondo perdido para restaurar el bien patrimonial de la iglesia católica. Y no poco dinero, como es el caso de la Catedral de La Laguna, que se ha llevado miles y miles de euros de las distintas instituciones. O, lo anunciado el pasado mes por el Cabildo y Ayuntamiento lagunero, en cuanto a «inversiones» de la Institución Insular de 238.000 euros para la cuarta fase de la rehabilitación del Convento de Santa Catalina de Siena y 254.000 euros para la segunda fase de la Iglesia de Santo Domingo de Guzmán. Ahora preguntémonos ¿con medio millón de euros a cuantos niños se les podría dar de comer en verano?

No quiero entrar en las propiedades que tiene inscritas la iglesia católica, sin pagar siquiera impuestos y totalmente abandonadas. Mientras que fuera de las iglesias las carencias y la miseria se palpan hoy más que nunca.

Para mí, quién gobierna sometido a pagar a los más ricos, a afrontar con el dinero público este «impuesto revolucionario» no lo hace para el Pueblo. Cuando de verdad quieran cambiar la situación tendrán que hacerlo justo a la inversa, repartiendo lo de los que tienen de sobra entre los que no tienen nada. Aunque, ahora que caigo, ¿no debería estar en esa línea la iglesia católica? Ya, pero es de ilusos que sea de esa manera, cuando saben que todos los días todas las personas tienen que comer. Por lo interpreto que cada día que pasa son poco menos que culpables, o por lo menos cómplices de los que no son capaces de partir un pan, para saciar el hambre de un semejante.   

Se acercan elecciones. Es hora de aclarar planes de futuro de las distintas opciones políticas. De hacer promesas para incumplirlas, como ha hecho el PP o como hizo más atrás el PSOE, de alimentar el nacionalcatolicismo canario de CC. O para ponerse serio y favorecer que la sociedad empiece a cambiar de forma pacífica. Porque ante tanta violencia social, por parte de las instituciones y sus cómplices, se puede propiciar la «tormenta perfecta». No hay que ser vidente para preverlo, pero si muy cruel para pretender que esto siga igual.

Pedro M. González Cánovas

(Miembro de Alternativa Nacionalista Canaria)