Esos ojos azules, luz del cielo, que arribaron temprano, en la mañana, y mecieron mis sueños, misión vana, fueron la causa un día de un desvelo
causando en mi memoria, cruel recelo un alud de quimeras. La desgana se aprisiona, ya muere muy temprana la fuerza que alimenta mi consuelo.
Y me muestro descalza ante tu paso hiriéndome los pies en cada instante mientras miras, veloz, hacia otra senda.
A mi vuelo, ya triste, no haces caso pues prefieres fijar en lo galante esa pupila azul que se refrenda.
Irene Bulio © 2017 |