Días atrás me decía una buena amiga que no soy igual de natural cuando hablo por la radio que en persona, que ella me conoce bien y que mi tono al natural es más sosegado y que llega mejor a la gente. Naturalmente acepté el consejo con el cariño y respeto con que me llegó. Lo que olvida mi buena amiga, aunque lo sabe, es mi timidez perpetua, que aunque ampliamente superada por la edad y las vicisitudes de la vida, no deja de representar un lastre para los que como yo, somos tímidos de nacimiento. Con ese y otros obstáculos tenemos que luchar los que cada día intentamos superarnos en diversas y nuevas facetas de la vida. Ya me costó en su momento “abrirme como una jarea” y expresar mi opinión, lo que ya fue motivo de un artículo el año pasado titulado “Abierto en canal”, cuando comencé a escribir de lo divino y lo humano, hace apenas diez años.
Esta amiga, a la que le sobra espontaneidad y naturalidad para subirse a un escenario y bailar, cantar, presentar o lo que se tercie, no acierta a entender que, para los tímidos hay cosas que son superiores a nuestras fuerzas, que los nervios y el temor al ridículo se te agarra al estómago hasta inmovilizarte, privando probablemente al tímido de dar la mejor versión de si mismo. Algo que sólo conocen los que como yo, sufren o han sufrido en sus vidas de estas inseguridades patológicas. Pudiera parecer, al hablar de ello pública y espontáneamente, que estos “temores” están ampliamente superados, pero no, en este caso se podría aplicar aquel refrán de que “sabe más el diablo por viejo que por diablo…”. Y ya uno va cumpliendo unos cuantos -que no de maldad- (53 para ser exactos). Para los mayores seguramente seguiré siendo un niño, mientras que para los jóvenes ya hace tiempo que superé la frontera incierta de años a los que ellos llaman puretas.
Tengo otra amiga (afortunado que es uno) que siendo también muy tímida, se siente como pez en el agua sobre un escenario. Esta también baila y actúa como la más extrovertida de las mujeres, pero extrañamente es también muy tímida, casi más que yo. Supongo que son especificidades diversas de las timideces…
Este que les habla sin embargo, ha sabido luchar contra sus limitaciones y aquí me tienen, haciendo lo que me gusta con mejor o peor acierto. Primero empecé dando mi parecer, en los medios de comunicación digitales que amablemente se quisieron hacer eco de ellos, en forma de artículos de opinión sobre asuntos que considero de interés general, luego desde mi blog personal “EL RINCON DE MAESTRO PANCHO”, y posteriormente poniendo voz a mis opiniones desde este medio amigo de Radio Faycan que me brinda sus micrófonos para hacerles llegar, cada semana, mis opiniones a través de las ondas. Y dentro de muy poco con una sorpresa que me hace mucha ilusión y que desvelaré en el momento oportuno. Siempre desde la sencillez y la humildad, sin terminar de romper del todo ese cordón umbilical de la timidez.
Qué por qué lo hago? Pues sinceramente no lo sé. No ha sido nada premeditado. Imagínense para un tímido hablar en la radio y hasta en la tele, que alguna escaramuza también hubo en la tele Canaria, en el desaparecido Canal 9 Las Arenas y en Noroeste TV. Creo que lo hago como terapia contra la timidez, y conociendo además que muchos actores y artistas -salvando las distancias- padecen también del mismo mal, tiende uno a sentirse más tranquilo, aunque sólo sea por aquello de “mal de muchos consuelo de tontos”. Pues eso, que a veces a base de luchar contra uno mismo acabamos superando listones sobre los que nunca pensamos que íbamos a saltar.
Y seguimos en la brega, oiga… por utilizar un término luchístico con el que me siento muy identificado por haber sido el deporte que, durante mi adolescencia y juventud, me alejó de otros derroteros perniciosos para mi futuro y mi salud.