Los cielos cuentan
la gloria de Dios; y mi cuerpo proclama la pericia de tus manos. Si quieren que los ojos cierre, tus manos palpan mi nuca; si mi murmullo apetecen, sensual abrazo me acuna. Si las estrellas pregonan esplendor de paraíso; tus manos allí me llevan en abandono sumiso. Si los astros por placer crean músicas celestes; tu mano con su ternura sinfonías me promete. Si el cielo entero, hacia mí, vuelca un caos de planetas; tu mano sobre mi piel dibuja en paz mi silueta. |