En honor a la verdad vivo una época contraria a la que pensaba viviría.
La honestidad y la libertad han sido y son los dos fundamentos en los que he querido construir y fundamentar mi vida.
La deshonestidad ha arrasado a la sociedad. Hay Países hundidos en la miseria y en la muerte porque viven la deshonestidad como norma de conducta habitual.
Hay países que han llegado a la más aberrante deshonestidad. Les exigen a sus políticos que roben, si no lo hacen los critican como tontos, imberbes y faltos, fuera de la realidad.
La historia es el minuto después de haberlo vivido.
La historia la hacemos todos. Unos en el anonimato y otros en el candelero.
“¡El honor es una consecuencia de la honestidad, de la dignidad y de la libertad!”
“¡Vivir con honor es convertir la vida en algo trascendental!”
“¡¡¡El honor, la dignidad y la honestidad trasciende a la realidad, y se proyectan en la actualidad!!!”
“¡La actualidad es la vivencia cotidiana y personal de cada segundo de vida convertido en verdad!”
“¡La verdad nos hace libres y capaces de vivir la realidad!”
“¡La libertad es vivir la verdad cada segundo con honestidad desarrollándola en la realidad!”
He tenido que vivir toda esta deshonestidad, y la vida se me ha convertido en una entelequia que soy incapaz de comprender y menos alabar, porque he deseado y necesitado vivir la honestidad en la realidad.
Lo que vivo es en contra de lo que he querido y deseado que sea la actualidad y la realidad.
En honor a la verdad y por los valores que me educaron y los quiero vivir en la realidad, me aterra ver que sigue existiendo la deshonestidad como algo natural y normal.
“¡El mal siempre se cobra réditos elevados, cuando impone su maldad!”
Hay quien piensa que no existe la justicia y la verdad, y vive con deshonestidad. Considera, y hasta exige – hay quien impone – que todo tiene un precio, un valor material.
¿Qué mayoría tenemos – y que tienen ciertas sociedades corruptas – que imponen su deseo arrollador de pagar y cobrar lo que es un servicio a la comunidad? “¡Qué mayoría tenemos? La que tengamos está imponiendo su voluntad.
“¡El mal es el bien del corrupto, que aprovecha la corrupción para su bien personal!”
“¡En honor a la verdad!” Vivo horrorizado porque la corrupción se ha extendido sin fronteras y campa por sus fueros.
¿Qué puedo y qué debo hacer? Primero rezar y luego tratar de demostrar que el mal, la corrupción como parte de la deshonestidad, es un mal que se extiende a una velocidad enorme, y que nos afecta a todos por igual.
No tengo otra posibilidad que usar este medio de información aduciendo y acudiendo a mi experiencia, queriendo demostrar que el mal solo se vence con la maravillosa, útil, necesaria y efectiva honestidad, y si es en libertad supera a la deseada realidad. Esos son mis argumentos.
“¡En honor a la verdad!” La vida que tengamos depende del camino que se recorre y en la dirección que se tome.
“¡Nadie da lo que no tiene, pero si da de lo que tiene!”
¿Qué tiene usted? Ya me lo dirá.
Cuando me lo diga le diré a donde va. Quisiera que caminemos juntos, juntos podemos mucho más.
“¡En honor a la verdad!” Rezo sin cesar por el bien de los demás.
“¡En honor a la verdad!“ “¡¡¡¡El mal nos arrollará cuando dejemos de rezar!!!”