Quedó herida de muerte, desangrando,
con sus ojos al cielo reclamaba
algo de paz, untar de calma el día.
Sus cristales, que antaño bien lucían,
opacan toda luz que se acomoda
queriendo refrescar su negra estancia
donde quedó el latir sin su compás.
Quedó herida de muerte, llagas son
las fuentes de tristeza donde fluyen
dolor y pesadilla, agua vaharada,
allí enjuaga las crines soñadoras,
urdiendo así un mañana satisfecho
para volver de nuevo a palpitar
como si un pura sangre se sintiera.
Ahora sólo queda en el costado
la mancha añil que siempre le menciona,
el vacío de amor, del que fue presa,
por amar sin control, dándolo todo
a quien con sus mentiras fue opresor
que destruyó, sin cargas, su ficción.
Mancha azul, azul cielo, triste azul.
Le añade color rojo apasionado
y en malva un nuevo sueño se acomoda.
Inma Flores octubre 2018