Transitar cada día es una aventura imprevisible aunque creamos todo lo contrario.
Las agendas nos ayudan mucho, pero tan sólo son depósitos de propósitos.
Surge tránsito entre salida y meta, llueve sobre mojado y el sol luce entre las sombras.
Caras largas, cortas y algún carota se cruzarán en tu camino con la inconsciente voluntad de arrugarte el ceño. Desconocen que tú tienes un antídoto infalible contra el mal gusto. «La alegría»
La alegría es una manera de ser. Para que sea, debe producirse una conversación permanente con ese amigo que siempre te acompaña que está presente en todas las circunstancias que se presentan cada día.
Que duerme contigo y junto a ti se levanta cada mañana. Un amigo inseparable que sufre mucho cuando no lo escuchas, y aún así jamás te abandona. Cuando naciste estaba ahí, cuando lloraste estaba ahí, cuando reías, saltabas y jugabas estaba ahí.
Tuviste miedo, sentiste vergüenza y muchísimas veces consideraste que no merecías estar donde debías, eso ocurría cuando no lo escuchabas, pero él continuaba ahí, dispuesto para ti.
Ahora sabes que existe y estará presente. Ahora sabes que la autentica alegría surge de la serena relación con ese amigo eterno que hará posible la mejor versión de ti mismo.
Aunque sabes que todo es transitorio, también sabes lo maravilloso que es transitar con alegría, y esa alegría no depende de ninguna circunstancia.
Erg.