No existe el todo o nada, el blanco o negro, el siempre o nunca…Albert Ellis nos introdujo en el apasionante mundo de las distorsiones cognitivas, definiéndolas como perturbaciones del pensamiento o creencias desadaptativas e irracionales que producen sufrimiento por su falta de racionalidad. Este artículo está dirigido a reflexionar sobre las relaciones, el pensamiento de cogniciones erróneas sobre drama de la inmigración.
Mientras nos sigamos preocupando del dinero, estaremos siempre obligados a dividir el mundo entre Norte y Sur. En cambio, si la Unión Europea pusiese al hombre en el centro, descubriría que no hay diferencia entre el hombre blanco y el negro, entre el que viene de lejos o el que está aquí cerca. Solo así se podría construir a un mundo distinto, nuevo.
Los/as inmigrantes son hombres y mujeres como nosotros, hermanos nuestros que buscan una vida mejor, hambrientos, perseguidos, heridos, explotados, que buscan la felicidad.
La isla de Gran Canaria situada en pleno Océano Atlántico el es el símbolo del drama de la inmigración, hace tan sólo unos días desembarcaron 24 personas en la playa del Águila, entre ellos se encontraban 6 menores de edad, y 2 mujeres embarazadas, el mes anterior entre playa del Inglés y Maspalomas, 10 hombres, 8 mujeres, 3 niños y 3 bebés. En cambio, en la isla de Lanzarote no pudieron desembarcar las 9 personas que se murieron por el naufragio de la patera en la que viajaban. Ante esto reaccionamos como si fuera la primera vez. De hecho, más que las palabras, más que lo que escribo, tal vez lo que haga falta ahora es el silencio. Solo el silencio en algunas ocasiones dice más que las palabras. Debemos sentir nuestra responsabilidad frente a estos muertos. Ante esta realidad, tenemos la necesidad de callar y mirarnos hacia dentro.
Estoy convencido de que las leyes, tal como están ahora, han producido muchos muertos, lo que quiere decir que deben ser cambiadas. Cómo hacerlo depende de los técnicos y los políticos. Son ellos los que deben decir cómo cambiar, pero está claro que la estructura no puede continuar así.
Hemos hecho leyes para intentar frenar la inmigración, pero nos hemos dado cuenta de que es imposible. La acogida no debe ser solo que te saco del agua y te llevo a tierra firme. La acogida significa que te pongo en la calle y te permito vivir.
Está en nuestras manos intentar comprender la realidad que viven estas personas y librarnos de los prejuicios que constantemente se escuchan sobre los inmigrantes.
En la Odisea de Homero, fuimos testigos de la historia de Ulises, un héroe que tras años de guerra, se vio condenado por el dios Poseidón a navegar años y sin rumbo, enfrentándose a multitud de dificultades. Ulises era incapaz de ver el final de la situación, pero sabía que merecía la pena luchar contra todas las adversidades para así poder reencontrarse con su amada Penélope.
Esta historia nos recuerda a la que sufren muchos inmigrantes, que se enfrentan a un obstáculo tras otro: el haberse separado de sus seres queridos, la falta de oportunidades, su lucha por sobrevivir, miedo a los viajes que realizan, la carencia de derechos, desesperanza y tristeza por haber fracasado o por no haber conseguido realizar el proyecto con el que partieron de su país, detenciones y expulsiones…