No me considero un estratega político, ni un interesado en la causa y, mucho menos, alguien al que le muevan intereses políticos de ningún tipo, pero los acontecimientos en estos últimos meses nos dirigen hacia un panorama enrarecido, complejo y de difícil resolución.
Albert Rivera decidió hace meses, renegar la posibilidad de poder optar a codirigir nuestro país. Desconozco si hubo Equipo de estrategas asesorándole o cómo se urdieron esas decisiones que, pasados los meses, han quedado demostradas como uno de los mayores errores políticos de la historia de España. Y es que tomar decisiones siempre ha sido una labor multifocal. Poco o ningún valor poseen las perspectivas unidireccionales cuando hablamos de intereses generales y de proposiciones honestas que redunden en una sociedad más justa y desarrollada equitativamente. Albert Rivera pudo ser VicePresidente del Gobierno y ahora, ha pasado al más absoluto de los ostracismos políticos. Quizás su perspectiva unidireccional, cargada de razones potenciadas por el negativismo, la confrontación y la soberbia, son argumentos muy cercanos a nosotros que solo podemos observar con pena e indiferencia cuando se producen, ya que no es más certero el que dispara a la diana, sino el que logra derribarla ganando la partida. Y es que cuando se trata de la llamada “labor de Equipo”, todos cuentan, todos los miembros de un colectivo tienen que verse partícipes y beneficiados de las decisiones de los que ostentan el poder o comandan al colectivo, ya que de lo contrario, estaríamos ante un fracaso de la democracia y ante la pérdida de apoyos dentro de la propia organización. Pero claro, eso es saber gestionar Equipos, y hay personas que deberían haber competido individualmente, solos o solas con sus ideales para no arrastrar a sus compañeros y compañeras a callejones sin salida. De esto último tenemos ejemplos muy cercanos y flagrantes.
A diario somos meros observadores de la realidad, de cómo se gestionan nuestros recursos, de quién acciona el botón de la producción en cualquier ámbito entre amigos, conocidos y conciudadanos, pero es evidente que el fondo de la cuestión siempre se articulará a favor de aquellos y aquellas que tengan una perspectiva abierta y de futuro. Sí, de futuro, porque una de las bases de cualquier acción que pretenda obtener resultados positivos, debe labrarse y planificarse a medio o largo plazo. Enrocarse en la visión personalista y única, nunca ha tenido óptimos resultados, valga como ejemplo las reacciones sociales a las reformas del otrora aclamado Macron en Francia. Por supuesto que comparto la enorme y condicional importancia que poseen los Equipos de trabajo y los Asesores. Las funciones de gobierno no pueden depender de estas visiones unipersonales, ya que las mismas suelen generar tensiones y situaciones desagradables, ya que suele ser inherente a estas personas, la prepotencia y la cabezonería.
Es probable que, con la confección del actual Gobierno de España, estemos asistiendo a más de lo mismo. No quiero decir con este último párrafo que Pedro Sánchez sea cabezón o prepotente, precisamente es de eso de lo que no ha alardeado nunca ni lo ha demostrado, pero sí es evidente la nula estrategia política y falta absoluta de perspectiva en el ámbito político de Inés Arrimadas y sobre todo, de Pablo Casado. Ante la situación de complejidad extrema en la que se ha convertido conformar gobierno en España y ante las irracionales exigencias de los extremistas catalanes, los cuales están sacando rédito de nuestra propia falta de entendimiento, la carencia de visión política de estos dos líderes estatales es muestra clara de su escasa inteligencia política, la cual están demostrando que se centra en el cortoplacismo. Con la situación actual, es evidente que a medio o largo plazo, la abstención o el voto favorable de los partidos estatales mayoritarios de carácter moderado (PP y Cs), supondría dejar gobernar al Sr. Sánchez sin que existiese dependencia de los independentistas catalanes. Esto, imagino que no soy el único, estaría maravillosamente visto por la sociedad, ya que supondría el desatasco de la actual situación, la eliminación del fantasma de las terceras elecciones generales y lo más importante, dejar de depender total y absolutamente de los independentistas catalanes, para satisfacción de todos los constitucionalistas entre los que me considero. Esta acción precursora de viabilidad a favor de un gobierno constitucionalista basada en el apoyo estratégico de PP y Cs a un gobierno del PSOE, eliminaría cualquier dependencia de idearios unipersonales independentistas con los que la mayoría de españoles estamos en desacuerdo, cuanto menos, en la lógica dependencia de todo un país como España.