El pacto de las Flores

Me crié en un municipio donde los únicos espacios verdes eran los Tiles, también flores habían y colgaban de las ventanas y los portales de las casas. Me llamaba mucho la atención cómo los adultos, sobre todo las amas de casa, mi abuela, tías, mi madre, se dedicaban con esmero a cuidar sus macetas en el poco tiempo libre del que disponían, intentando mejorar el entorno en la medida de sus posibilidades. En cuanto fui consciente de esto empecé yo también a llenar de macetas la ventana de mi habitación, soñando con tener algún día mi propio jardín. La jardinería es para mí, más que una afición, una actitud ante la vida. La actitud del que desea construir para sí y para los demás un entorno agradable donde vivir.
Sin dejar de ser consciente, sé, que en situaciones prolongadas de falta de luz, la vida de la planta puede correr serio peligro como quedar expuesta a plagas o enfermedades que acabaran por agotar sus reservas.
Las agrupaciones políticas ultiman con bastante  intensidad las negociaciones en las últimas horas, unas alianzas transitorias, donde los partidos deben dejar claro sus acuerdos.
Cheques en blanco, lealtad, reparto de cargos…  Al margen de todo eso espero que se tenga en cuenta las personas que están en situación de mayor vulnerabilidad social. Las diversas opciones políticas se encuentran encadenadas ante las verdaderas decisiones y los electores empezamos a hartarnos. Se extiende la convicción de que se defienden los intereses de los elegidos y no la de los electores. Aumenta la manipulación de las reglas del juego electoral y mediático.
Cada día es más urgente la construcción de un proyecto con metas como el derecho al trabajo, a la libertad, a la igualdad y sobre todo, el derecho a la felicidad, un proyecto alternativo donde la economía y el Gobierno estén en función de los ciudadanos y no al revés.