El republicano es el sujeto pasivo de la república, aquel que la admite y vive en ella. Hoy día no hay República, hay Monarquía; y el sujeto pasivo de la Monarquía, en este caso de partidos políticos, son los súbditos.
El artículo 68 de la Constitución de la Segunda República prohibió la democracia y así ya dejó de ser Constitución. Como consecuencia inevitable de no haber tenido presidencialismo, la guerra civil es la derrota de la República.
Celebrar la II República es ser reaccionario, no es ver el futuro sino identificarse con la ideología que ya impregnaba esa Constitución al inicio: <<República de los trabajadores>>.
Ni un solo partido político que sea subvencionado por el B.O.E, el que le paga, el que sanciona el Rey, puede ser jamás republicano porque su sueldo se lo paga el Estado monárquico, lo cual produce una inevitable incoherencia.
Sentirse republicano es acudir a la identificación con una ideología, como pasa hoy día con los partidos políticos y sus seguidores y votantes, pero sin que nadie represente sus intereses, los de los electores de la Nación.
Ni la Constitución de la II República fue democrática ni la Constitución de 1978 lo es tampoco.
Ni una ni otra separaron los poderes y en ninguna la garantía de los derechos jamás estuvo asegurada.
No queremos ir hacia atrás, queremos ir hacia adelante; la República Constitucional de España, aquella que, por ejemplo, empezaría así: <<Nosotros, la nación española, nos damos esta Constitución>>.
Hasta ese momento, no habrá ni democracia como forma de Gobierno ni República como forma de Estado.