Historia de la Villa Melpómene por Pedro González-Sosa

Guía: La “Villa Melpómene” y Camilo Saint Saëns

A la entrada de Guía, poco antes del cruce de la carretera antigua que viene de Las Palmas con la que conduce a Moya, en cuyo vértice se encuentra el conocido “albercón de la Virgen”, a mano derecha está el camino que  va a los Llano de Parras  y, justo, en el inicio de este éste se encuentra la gran casona, de siempre pintada con colores oscuros –en la actualidad de rojo chillón—con un letrero que dice “Villa Melpómene” y que se la puede contemplar magníficamente desde la propia carretera general del Norte. La historia de esta casa es, si la comparamos con la mayoría de las que aún antiguas se encuentran en Guía aquí historiadas,  data de finales del siglo XIX. Se la conoce popularmente porque está íntimamente vinculada con las estancias del célebre músico francés Camino  Saint Saëns que entre 1889 y 1909 visito siete veces la isla de Gran Canaria donde pasaba largas estadías sobre todo en época invernal, pues solía venir en enero y permanecer en ella hasta marzo o abril. El músico residía habitualmente en la ciudad de Las Palmas pero son conocidas sus estancias prolongadas en Guía y en la “Villa Melpómene”, la casa de un compatriota — Juan Lavadeze– muy conocido en la época que la construyó sobre unos terrenos comprados a otro personaje guiense.

Las tierras donde Lavadeze construyó su “Villa Melpómene” fueron, hasta 1842, propiedad de dos hermanos apellidados Gordillo que residían en la Habana. Ante el notario de la capital cubana Andrés Pimentel comparecieron el 8 de octubre del citado 1842 Agustina Esquivel, viuda de Pedro José Gordillo y Ramón Gordillo para vender unas tierras de labradío donde llaman Llano de Parras en el término municipal de Guía de Gran Canaria. Los vendedores vivían en aquel momento en el barrio de llamado “de la Nueva Cárcel”, extramuros de la ciudad  de La Habana. En este acto venden dichas tierras a otro canario, José Rivero Mederos, que estaba a punto de regresar a su Guía natal, quien nada más llegar las inscribe en el registro que entonces funcionaba que no era otro que el llamado “de hipotecas”, precursor del de la Propiedad de nuestros días, puesto en marcha en 1863.

¿Quienes eran estos Gordillo propietarios de las tierras de Llano de Parras?. No se ha podido determinar con certeza, pero todos los indicios llegan a suponer que se trata de los hermanos Pedro y Ramón Gordillo, hijos de Pedro Gordillo Moreno, hermano del padre del canónigo, que casado en Guía con María Martín Marrero de Armas emigró a Cuba mucho antes de su sobrino canónigo con dos hijos: Pedro  (con el otro nombre añadido Rafael o José) y Ramón. El primero casó, según descubre la escritura, con una Agustina Esquivel y aunque ese apellido estaba establecido en Guía no se ha podido localizar su nacimiento en aquella entonces villa. Es posible que residiera en La Habana, nacida allí o en cualquier otro lugar de Canarias o de la Península. Tampoco se puede afirmar que los hermanos Pedro y Ramon que venden a Rivero los terrenos sean los mismos que fueron primos del canónigo, hijos de su tío. Pero algunos datos coinciden.

Y de José Rivero Mederos fueron las tierras hasta su muerte, ocurrida el 9 de junio de 1866 sin haber otorgado disposición testamentaria alguna, a cuyo óbito siguió  el de su mujer Juana Bolaños Galindo,  el 15 de febrero de 1873 a la edad de 70 años igualmente sin otorgar testamento. Por esta razón su hijo Juan Rivero Bolaños inició en el Juzgado de primera instancia de Guía expediente para que se le declarase, como único hijo habido del matrimonio, heredero universal de sus bienes y en auto del 20 de diciembre del citado 1873 el juez Francisco Fonte lo declaró beneficiario de la herencia. Algunas de estas propiedades fueron hipotecadas  simplemente como garantía de los arriendos  de otras pequeñas fincas de cultivo en Tarazona y La Falda que realizó; hipotecas que nunca se ejecutaron y que, por tanto, las tierras de Llano de Parras retornaban a la familia Rivero. Menos en cierta ocasión en que, en otra hipoteca de determinada cantidad de dinero que le facilitó Pantaleón Quevedo Herrera, éste las intentó inscribir a su nombre en el Registro, cuestión que rechazó aquel organismo por improcedente.

Después de esta y otras vicisitudes, Juan Rivero Bolaños realizó en 1886 ante el notario de Las Palmas Vicente Martínez  un compromiso de venta en pacto de retro a favor del comerciante galo Juan Ladeveze y Redonnet.  Tres años después, el 16 de agosto de 1889 ante el mismo escribano,  Rivero Bolaños y Ladeveze realizan otra escritura en la que, haciendo mención a la de 6 de diciembre de 1886, señalan con detalle las fincas objeto de la transacción:

  • Una hacienda de labradía en el pago de Llanos de Parra, en Guía , con casas viejas, gañanías, secaderos y un albercón para encerrar agua llamado “Blanco” o “de la Cruz”, formando una sola finca de 7 fanegadas, 1 selemín y dos áreas.
  • Tres horas de agua, cada una de 12 horas, del Heredamiento del Palmital.
  • Y medio día de agua del mismo Heredamiento, cada 37 días.

Se estipulaba en 1886 que si dentro de los cuatro años siguientes a contar desde la fecha el vendedor no devolvía en una sola partida, es decir, no a plazos, la cantidad de 36.600 pesetas en que fueron vendidas  la finca y el agua, Ladevese quedaría de forma automática propietario definitivo de las tierras. Pero antes de expirar el plazo de retro, el vendedor dispuso libremente del derecho de retroventa que se reservó en la anterior escritura de 1889, y vendió y cedió ese mismo derecho al comprador por el precio de 250 pesetas que recibe en el acto, por lo que Ladeveze quedó en el pleno dominio de los bienes. Y en estas tierras construiría el francés la gran casona, cuya autoría de los planos se atribuye al arquitecto  Manuel  Ponce de Leónde León.

¿Y quien era Juan Ladeveze y Redonnet?. Un comerciante francés establecido en la ciudad de Las Palmas en 1863 en  que abrió, principalmente, una oficina consignataria de buques y un comercio, en una de las  antiguas casas que entonces se levantaban en la Plaza de Cairasco. Representaba a la Compañía “Messageries Maritimes” que tenía vapones de servicio mensual entre el Puerto de la Luz y Burdeos y el Havre, con escalas en Lisboa, Oporto y La Coruña. También, a la “Fraissenet” con vapores franceses entre Marsella y la Costa Occidental de Africa con escalas en el puerto grancanario. Además de transportar mercancía, Ladeveze vendía billetes marítimos para Francia, que en combinación con los ferrocarriles franceses llevaba al pasajero hasta Paris. También, Ladeveze era cosechero de cochinilla, según un anuncio de la época.  Casó con su compatriota Jaquette Claveríe, que ya era fallecida en 1905, matrimonio que procreó a Francisca, Emilia, María Antonia, Jacinta Epifanía y Armando Ladeveze Claveríe, según un testimonio notarial de la época.

El nombre  MELPÓMENE dado  por el comerciante galo a la villa de recreo constituida sobre los terrenos de Llano de Parras,   contrariamente a lo que pudiera parecer no obedeció al deseo de su propietario de recordar a la Musa griega de la Tragedia, sino al propósito de homenajear a un buque de la Armada francesa así llamado que arribó al Puerto de la Luz en los años finales del siglo XIX y cuya tripulación fue objeto de una entusiasta acogida por la colonia gala de Las Palmas de la que Ladeveze era un miembro destacado.

Se asegura que Ladeveze vivía en la calle San Pedro, y otros lo sitúan en la de Remedios, pero no hemos podido confirmar estas localizaciones en los censos de población de finales del s. XIX investigados en el Archivo Histórico Provincial de Las Palmas. Lo que sí hemos localizado es que en 1892 vivía en la calle General Bravo número 2, frente mismo a la iglesia de San Francisco, según otro censo del ayuntamiento de Las Palmas guardado en el citado archivo. Según este padrón de habitantes en el citado domicilio vivía Lavedese ya viudo, a la edad de 69 años y con él  su hijo Armando, de 27 años, soltero; Annieta Quesada, de nacionalidad francesa, de 57 años y viuda, cocinera; Pino Antonia Quesada, soltera, hija de la anterior de 36 años e igualmente francesa y costurera;  Timoteo Charal, de 32 años también francés y de profesión Comisionista; María Antonia Lavedeze,  esposa del anterior y por tanto yerno, de 30 años;  y los hijos de este matrimonio, Jorge, de 6 años y Luciano Charal Lavedeze, de 5.

Después de Ladeveze, la  propiedad de la “Villa Melpómene” pasó por venta a una familia de Arucas. En junio de 1905,  Ladeveze y sus hijas –herederas de la parte de los gananciales de su madre, ya fallecida– venden las tierras y la casa de Llano de Parras,  (en aquel momento arrendadas a Francisco Aguiar Rivero con un contrato que finalizaría en 1910), a Salvador Rosales Hernández, casado y vecino de Arucas, quien no pudo entrar en posesión hasta el primero de julio de siguiente. De aquel primer Rosales la propiedad fue pasando por distintas generaciones de esta familia y en la actualidad corresponde a los hermanos Aguilar Rosales, uno de los cuales, Salvador, es canónigo y párroco de la iglesia de Santa María del Pino de Las Palmas.

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