Nardy Barrios, una esperanza para Las Palmas de Gran Canaria

Cuesta, en estos días, encontrar algo que ilusione cuando echamos un vistazo a la política nacional. Los futuros votantes asistimos descorazonados a declaraciones de líderes políticos que muestran cómo han perdido su vocación de servicio público si alguna vez la tuvieron. Resulta frustrante escuchar cómo se postulan para diputados y diputadas, personas que abiertamente declaran u oscuramente muestran que su fin es entorpecer el funcionamiento de las instituciones o valerse de ellas para lograr otros objetivos. Pucherazos, dedazos, purgas, codazos, venganzas, traiciones, puertas giratorias, intoxicaciones informativas aderezan un caldo electoral cuyos ingredientes básicos hace tiempo que dejaron de saber y oler bien.

Huele a prodido, a poco respeto por los votantes. Ya no se recuerda cuándo los políticos fueron bien valorados en las encuestas sobre imagen pública, cuándo eran espejo en el que nos podíamos ver reflejados las ciudadanas y los ciudadanos. Suena en este momento en mi cabeza la consabida frase derrotista: “Tenemos los líderes políticos que nos merecemos” y, sin embargo, lo que me surge es decir: “Ojalá los tuviéramos, porque nos merecemos, salvo excepciones, algo mucho mejor que esto”.

Declaro mi admiración y respeto por Nardy Barrios,  por personas que no entran en política para hacer carrera. Por aquellos y aquellas que se han “metido” en política por responsabilidad, por hacer una ciudad mejor, por facilitar la vida de vecinos y ciudadanas, sin mesianismos ni salvapatrismos . Personas que han sufrido descalificaciones y persecuciones por ello y que nos han mostrado que la política puede ser un arte noble.

Vivimos tiempos densos y, sin embargo, no podemos tirar la toalla en el ejercicio de nuestros derechos ciudadanos y entre ellos está el derecho al voto… aunque sea en blanco.

La tecnología está permitiendo seguir las huellas de esta mujer,  y los ciudadanos y ciudadanas nos vamos  familiarizando con sus rasgos,  y no es solo una imagen que aparece en la pantalla de nuestros móviles.

Este es un claro ejemplo de cómo vivimos en una época en la que las técnicas de comunicación han relativizado muchos conceptos clave, como el tiempo y el espacio. Igual que la información es inmediata y rápida, tampoco la ausencia física resulta tan absoluta. Hemos generado nuevos modos de presencia, de forma que podemos, no solo sentirnos muy cercanos a las inquietudes de alguien que está a cientos de kilómetros de distancia, sino también hacernos presentes en sus vidas, acompañar y cuidar a esas personas en la distancia.

 La cercanía de esta mujer que no puede resistirse a caminar junto a sus vecinos, paisanos. Incluso hay quienes la dibujan, será por el  empeño en sortear cualquier lejanía que impida hacerce cercana y compañera de camino incluso de quienes están físicamente alejados.