Qué inhóspita es la muerte
cuando llega descalza, con sigilo,
se te abraza a los sueños y los engulle
devorando el futuro planeado.
Qué árido se nos queda el horizonte
sin pájaros que canten desde el alba.
Los caminos trillados se humedecen
del agua, que salada, lo desbordan.
Qué oscura se presenta toda noche
que nace en la mañana,
titilando dolor a cada paso
y arrastrando sus pies, cual dura carga.
Qué pronto se nos envuelve todo nada
cuando nada se queda a ras de todo
pues la ciénaga atrapa todo y nada
y en la nada perdemos casi todo.