A medida que vamos creciendo como personas en nuestro ambiente íntimo o laboral, aprendemos a mejorar, superarnos y nos planteamos avanzar más para llegar a nuestra meta.
Unos le llaman meta, otros objetivos, otros sueños y otros realidad. Todo esto implica una palabra que todos conocemos y nombramos mucho, tiempo.
El tiempo un término que está en miles de bocas, con diferentes motivos… “No tengo tiempo para nada”, “Estoy perdiendo el tiempo aquí”, “Ojalá tuviese más tiempo para estar a tú lado” y un sinfín de ejemplos en donde la palabra cobra el sentido que nosotros le queramos dar.
Toda acción y consecuencia requiere tiempo tanto para realizarla como para obtener un resultado. Un tiempo en donde analizamos cómo nos ha ido, nos evaluamos y reflexionando sobre lo sucedido. Sin darnos cuenta el tiempo está reflejado en cada acto, situación o momento.
Pero y si hablamos del amor, ¿también ahí está la palabra tiempo?, o tal vez no hay espacio para medir el tiempo en el amor. Realmente curioso, el tiempo está en cada instante y nos sirve para las rutinas, márcanos horarios y distribuirnos el día para aprovecharlo al máximo.
También el amor como el tiempo, está presente y es visible en muchísimos actos que hacemos de nuestra vida, distintos tipos de amores en tiempos diferentes de nuestra etapa, amores que con el tiempo crecen o se apagan con la distancia y la falta de nuestro querido tiempo para estar cerca de las personas que más amamos.
Amor, difícil explicar este concepto tan puro, bello y sobretodo único para cada persona. Tan diverso, tan inmenso, intenso…
Ni el amor, ni el tiempo tienen lógica ni barrera si se siente con el alma, esa luz que te invade al ver a tu amado o amada, tu hijo o hija, tú familia o amigos, tantos tipos de amores llevados por el tiempo.
Amores que vienen con el tiempo de una nueva vida, amores que se van con el tiempo y nos marcan dejando un amor más grande del que nos pudiéramos imaginar.
Pero mi favorito, después de leer y reflexionar bastante sobre el tiempo y el amor, es este… “El amor siempre está activo”
Este amor comienza suave hasta invisible al principio porque va llegando de una manera suave para quedarse durante mucho tiempo.
Un amor que con el paso de los meses, de las muestras de afecto, de romper barreras individuales, de prometerse respeto, sinceridad y honestidad, con la suma de dedicarse tiempo el uno al otro, sin olvidarnos de nosotros mismos crea este amor, el amor real y efectivo de que todo llega a su debido tiempo.
Un amor que aunque por instantes esté con distancias por diferentes vidas, rutinas, lugares, es un amor que nació puro, creció fuerte y dio paso al vínculo envolvente que te hace volar sin levantar los pies del piso.
Un amor que enseña a querer mejor y más con el tiempo. Así que siempre existirá el tiempo y en cada acto por más insignificante que sea hay un rayo de amor, sea por esa persona que te provoca una sonrisa de 24 horas, por mejorar en tu vida, o por seguir avanzando.
Patricia Pérez Rivero
Margua