Despertar cada mañana e insuflar la energía necesaria para realizar la travesía, -en ocasiones colmada de adversidades- se convierte en un auténtico reto para cada individuo. En esta obra de Alfredo Ramírez podrás encontrar esos alicientes; igual de sencillos que de alcanzables para realizar la tuya.
Ha pasado algún tiempo de su presentación pero es tan vigente como cada amanecer
No pidas nunca que sucedan las cosas como tú deseas, si no desea que sucedan como suceden y prosperaras siempre (Epicteto).
Tienes en tus manos una obra singular que surge de una conversación serena con la naturaleza en auténtico esplendor.
Lejos de lo que pudiera ser una mera descripción de momentos de ocio y paisaje en un lenguaje intrascendente, el autor utiliza el lenguaje del alma que se produce de corazón a corazón, de uno hacia el otro, ya sea un ser humano o cualquier otra especie animal, como una planta o el paisaje que contempla con una mirada llena de júbilo y gratitud para trasladarnos su experiencia vital.
Se adentra en las Salinas de Tenefé para ofrecernos un espectáculo de luz, agua y sal donde la vida recobra vigor, valorando el esfuerzo y tesón de su cuñada “Saro que desde el infinito se hizo presente, ella fue una de las luchadoras para que se recuperara este entorno, herencia y legado de nuestra historia.”
Los tres ídolos venerados por Epicteto: Hércules como héroe del esfuerzo individual, Diógenes como misionero de la verdad, y Sócrates como maestro de vida, se verán reflejados en los textos e ilustraciones fotográficas que podrás disfrutar si tienes la serenidad de contemplar más allá de una simple ojeada. Como así lo hace el autor ahondando en el pensamiento para descubrir la verdad del ser en ese interminable camino de conocimiento que se abre permanentemente desde preguntas que van obteniendo respuestas en la propia naturaleza que lo envuelve.
Persevera con determinación hasta conseguir cuanto se propone aceptando todo lo que se va produciendo en esa dirección, y ocurre el milagro, como en la fusión del astro rey en el monumento al sol naciente “hoy se besaron varias veces, el sol se metió en su retina y se hizo la luz…” Sube a la cima de la montaña para observar la transformación que ha dado su municipio en todos los aspectos…”y desde allí, entre las piedras de corrales y chozas, se divisaba esta enorme llanura que forma la parte baja de Santa Lucía de Tirajana………me siento orgulloso de formar parte de esa metamorfosis…”
La pasión por el mar lo lleva desde su playa favorita, Cueva Laya en el sureste Grancanario hasta la vírgenes playas de Cofete en la paradisiaca isla de Fuerteventura donde sucumbe ante la naturaleza salvaje de sus aguas mientras sus pies se hundían en la esponjosa arena “zambullirnos en ese trozo de paraíso fue como atravesar esmeraldas líquidas y brillantes escarchadas de espuma blanca”.
Arraigado ancestralmente con la cumbre que emerge de su Tejeda Natal, otea el horizonte para mostrarnos el majestuoso sendero de su imaginación entre el mar de Nubes que une Gran Canaria y Tenerife como símbolo de unidad y hermanamiento del pueblo Canario. Ocho islas habitadas bajo un único cielo y sobre un mismo mar que ama profundamente, desde Barranco Hondo o Guayadeque descubriendo entre sus paredes auténticas obras de arte esculpidas por la mano del Dios del universo.
Admira la naturaleza terrestre como la gran obra universal en la que los seres humanos y todos los elementos que la componen son tratados con el mismo amor y respeto. Observar el firmamento desde la Culata de Tejeda, coquetear con la luna llena mientras toma un café desde la terraza de su casa a las 9 de la mañana. Esperar frente los monumentales Roques Bentayga y Nublo para alinear el sol que se esconde tras el Teide en un ocaso memorable nos acerca a los ojos extenuados de Miguel de Unamuno cuando calificó este paisaje como “Tempestad petrificada.”
Alfredo Ramírez es un ser extraordinario que rebosa sensibilidad, tal es, que su consciencia no le permite apropiarse de la intensa sabiduría que recoge cada minuto de su existencia, todo lo que sus sentidos captan, se expande implementado de gratitud, agradecimiento y alegría. Lo hace con la forma natural, espontánea y entusiasta de ese niño aferrado y libre que habita en su corazón. Un corazón que brota como la mariposa de la crisálida , que va de flor en flor polinizando la vida, como las abejas que revolotean entre el Tajinaste Azul que va desde la Caldera de Los Marteles hasta Tenteniguada.
Agua fresca del barranco, recuerdos de su infancia, presencia de una madre a la que mima, respeta y ama. Lo hace con toda la familia destacando entre las olas y el viento de Pozo Izquierdo a su sobrino Pablo en su cumpleaños……..”para que siga surfeando las olas (su pasión), la luz, los sueños, la vida”.
Su hermano Antonio es testigo directo de las innumerables hazañas de este soñador ilusionado, emprendedor incansable, innovador y curioso que lleva arte en su sangre. Realiza cortos cinematográficos, fotografía, teatro, cocina, bucea, pasea, contempla, cultiva la amistad, se esmera. Aplica la máxima transformadora que cambia el mundo. Atiende su mundo con honestidad y coherencia. Meditando lo que siente, pensado lo que dice y haciendo lo que piensa. Actuando siempre desde el amor.
Renace enganchado a los amaneceres y muere de éxtasis cada tarde en el crepúsculo multicolor, explosión de tolerancia y pasión que nos trae el ocaso en muestra de la finitud de un tiempo efímero que amenaza con volver. Como la sintonía sonora de las olas, frente a las que Alfredo Ramírez Marrero coloca cada día bellas pinceladas del ecosistema en el que hemos tenido la dicha de nacer y el inmenso placer de vivir.
Estamos ante una ventana abierta a los sentidos donde la luz proviene del alma de un ser humano con la capacidad de sentir y transmitir el amor universal. Este libro que tienes en tus manos es como el néctar que alimenta la esperanza que da sentido a la vida.
Esteban Rodríguez García
Comunicador, Coach-entrenador en desarrollo personal y de equipos