Resulta verdaderamente complejo encontrar significado a la profundidad de esa palabra que nos solía decir nuestra madre cuando íbamos a salir, “fundamento”, acompañado probablemente de un monosílabo exclamativo a modo de advertencia, ¡¿ehh!?. La verdad que esos mensajes subliminales le hacían a uno salir con tiento y derechito, aunque avanzada la salida, la cosa se torciese hacia la revoltura.
Esta misma experiencia por la que todos hemos pasado, se me antoja íntimamente ligada a la responsabilidad social cuando se ejerce la política. Siempre me viene a la mente un ejemplo que mi padre me ha comentado de cuando ejerció como cargo político. Cuenta que siendo Teniente de Alcalde (por supuesto “por el seguro”, sin cobrar en aquella época, porque el único que cobraba 100.000 pesetas al mes era el Alcalde, D. Cayo Yánez), el resto de Concejales no cobraba ninguno, reciben una llamada desde el Cabildo para comentarles que iban a visitar Teror un grupo de Turoperadores para ver el pueblo y ver si lo incluían en las rutas que iban a implantar por la Isla. La llamada era referida a que se adecentara un poco el pueblo, los alrededores, al objeto de dar una buena imagen y que ese grupo de profesionales estimaran que Teror era interesante para sus rutas. La primera parada sería en la piconera que había donde actualmente es la Plaza de Sintes, lugar habitual de aparcamiento de guaguas de turistas. La falta de conciencia con el medio ambiente y la poca educación de los visitantes de Teror por aquel entonces, hicieron que la ladera que había detrás de ese aparcamiento (mirando al Parque Chino), estuviera llena de latas, bolsas vacías, botellas y demás desperdicios, produciendo una imagen muy poco decorosa. ¡La visita de los profesionales es mañana por la mañana!. Mi padre, que ostentaba la Concejalía de Parques y Jardines, ante la casi inexistencia de empleados municipales y viendo que el tiempo se le echaba encima, decide llamar a Luis el del Álamo, al cual llevaba a su finca de vez en cuando, cuando había que “echar una horas” y le dice: “venga Luis, esta tarde tenemos que dejar esta ladera limpia que mañana viene una visita importante para el pueblo”. Se ponen los dos con un par de sachos, un par de sacos viejos de papas y una pala de obra a recoger toda la basura y a quitar la hierba mala que tenía ese lugar. Cuando terminan, después de 5 horas de trabajo sin parar, y de recoger toda la ladera, mi padre saca del bolsillo 25 duros de su dinero para pagarle las 5 horas de trabajo a Luis.
Este ejemplo veraz y propio de otros tiempos, lo he querido plantear para exponerles el verdadero objeto de este artículo. Si al principio hablábamos de fundamento como una palabra llena de significados relacionados con la responsabilidad de cada uno, nos dirige hacia lo que se ha llamado desde hace años en la gestión pública como Responsabilidad Social. Para poder entender la magnitud de estas palabras, solo hay que contar la cantidad de Ayuntamientos en España que han creado Comisiones de Responsabilidad Social en los últimos años, con el objetivo claro de dotar de transparencia, criterio y buen gobierno, la toma de decisiones que tengan que ver con el dinero público, el de Todas/os. Para poder dotar de fundamento este artículo, me he parado a documentarme con verdaderos profesionales y estudiosos de esto que se llama la Responsabilidad social, haciéndome eco de lo que argumenta en su publicación del año 2011, en la Revista de Contabilidad y Dirección, JOSEP MARIA CANyELLES. En su artículo llamado “Responsabilidad social de las Administraciones públicas”, escribe un párrafo que me gustaría compartir con Ustedes. En este párrafo, este autor habla del “Buen Gobierno” y dice:
El comportamiento de la Administración pública y de las personas que la forman, ha de estar guiado por unos valores de carácter ético, a los que han de añadirse los valores propios de la sostenibilidad, la transparencia y la responsabilidad social. Sin embargo, el concepto de responsabilidad social va más allá de la identificación de unos valores, ya que pretende gestionar y dirigir la organización previendo, por una parte, que cumplir la ley no significa tan solo su acatamiento formal, sino su aplicación de acuerdo con su espíritu y atendiendo a la finalidad que persigue; y por otra parte, que las decisiones que se toman tienen consecuencias e impactos que no quedan regulados por ninguna normativa legal, pero que afectan a aspectos como los derechos humanos o la sostenibilidad.
Es evidente que vamos a realizar una extrapolación de estas palabras técnicas expuestas por un profesional de la Administración pública, con el caso concreto de la gestión de los servicios deportivos en el municipio de Teror. En este caso, no voy a exponerles aspectos relacionados con el papel de la empresa privada que los gestiona, sino de los políticos que amparan este Modelo de gestión. El autor plantea en una primera parte de su párrafo que el comportamiento de las personas que forman parte de la Administración pública tiene que estar guiado por parámetros de ética, sostenibilidad, transparencia y responsabilidad social. Gracias a internet y a la herramienta Facebook, hoy las/os terorenses están informados de lo que nos cuesta que los servicios deportivos de Teror, los gestione una empresa privada. Para ser precisos y, una vez analizados los importes extractados de información pública del propio Ayuntamiento de Teror y, una vez planteado un Modelo de gestión alternativo por quien les escribe, el agujero que paga el pueblo de Teror como sobrecoste sin justificación, asciende a más de 200.000 euros al año. Una vez finalizado el contrato de concesión, el actual Grupo de Gobierno de nuestro Ayuntamiento, intenta sacar adelante una prórroga de este servicio por cuatro años más (hasta 2023), suponiendo por tanto un sobrecoste que pagaremos las/os terorenses de más de 800.000 euros, sin necesidad ninguna. En este caso y tal y como argumenta el autor anterior, el concepto de responsabilidad social va más allá de la identificación de unos valores, y de solo cumplir con la Ley, evidentemente, se encuentran muy por encima valores fundamentales tan importantes como la ética y la moral.
La decisión de prorrogar este servicio por el cual paga el pueblo de Teror un sobrecoste documentado de más de 200.000 euros, es únicamente política, tal y como establece la propia Ley de Contratos, la cual establece que el servicio se prorrogará a instancia de la Administración contratante (el Ayuntamiento). Por tanto, cobra especial relevancia el cierre del párrafo referido anteriormente por el autor, el cual dice que “las decisiones que se toman tienen consecuencias e impactos que no quedan regulados por ninguna normativa legal, pero que afectan a aspectos como los derechos humanos o la sostenibilidad”. Como podíamos decir en Teror, “más claro que el Agua”. Prorrogar este servicio significará hipotecar más de 2.000.000 de euros (a razón de 502.000 euros anuales durante cuatro años), que pagan el Ayuntamiento con dinero público y las/os Usuarias/os de las Instalaciones deportivas públicas de Teror.
La Responsabilidad social de unos Gobernantes, no puede estar centrada en defender decisiones que amparen intereses particulares vinculados a empresas privadas, porque entonces, dejan de ser Representantes del pueblo que los ha elegido. La toma de decisiones de un Gobernante independiente, ético y transparente, tal y como argumenta el texto (o con fundamento, como diría mi madre), debe estar basada siempre en el interés general y en luchar porque tus ciudadanos, a los que representas, tengan lo mejor, gestionando los recursos públicos (el dinero de todas/os) lo más eficientemente posible y preocupándote de buscar alternativas para la buena gobernanza. Hacer lo contrario, da vergüenza ajena y deja en evidencia el incumplimiento del principio que todo político debe cumplir, la defensa del interés general, convirtiendo sus posicionamientos supuestamente basados en la responsabilidad social, en una lamentable e hipotecante irresponsabilidad social.