Gastamos nuestro tiempo en indagar, en buscar la forma de llenar nuestros vacíos esos espacios que nos pertenecen y que nos enseñan a crecer interiormente sin darnos cuenta.
Sumamos y sumamos a lo largo de nuestros días infinidad de sensaciones y emociones dando paso a actitudes difíciles de definir.
No nos damos cuenta que éste es el momento perfecto.
Un presente que no apreciamos pensando en el después, una sensación cómplice del miedo que no nos deja ver el «aquí y ahora». Nuestro día a día está cargado de actividades humildes nada trascendentales pero que muchas veces se convierten en experiencias excepcionales porque les otorgamos un valor, una emoción.
Solemos mirar al futuro con la posibilidad de que sea mejor sin darnos cuenta que nuestro mejor momento es ahora.