En homenaje a los que hacen las Fiestas de La Naval, en recuerdo de lo que aquí ocurrió a fines del XVI.

Castillo de piedra y sal,
de charca y brisa marina.

Muros de sangre y de fuego
defendieron nuestra isla.

A la Virgen prestó nombre,
los canarios su presteza,
y sus muros vigilaban
fúnebres barcos de guerra.

Moros agrestes, fornidos;
holandeses de fiereza,
piratas que acechan oros
y corsarios de Inglaterra.

Cuando cesaron batallas
llegaron Alcaides regios,
serios frailes dominicos,
algaradas y festejos.

En el Castillo mudó
el retumbar de cañones
por tambores de fueguistas
y tracas de voladores.

Castillo de Luz vencido
no por bombardas ni fuegos
sí por descuidos y olvido
con raíces de un imperio.

¡Santa Madre de la Luz!
El Castillo a Ti se rinda;
entre banderas y espadas
al lucero que más brilla.

José Luis Yánez Rodríguez.