En el colegio público CEIP Fernando Guanarteme, (Gáldar), este curso niños y niñas, alumnos y alumnas de 2º curso de primaria pasaran a un “aula mixta” con los de primero de primaria, parece que juntarlos en la misma clase será legal, pero los padres no quieren eso, ya que no se respeta la continuidad ni paridad, temen lo que va a causar a sus hijos e hijas a nivel psicológico, organizativo y de aprendizaje, niños mezclados.
Esta solución de las aulas mixtas recuerda, salvando las distancias, a los pueblos con apenas cuatro o cinco niños y un profesor que los reúne a todos en una misma aula. Claro que esto no es comparable con las escuelas rurales, donde la población es mucho más homogénea y los grupos son pequeños, de cinco a seis niños. En este caso la solución se ha planteado tarde y por criterios de ahorro de profesores o falta de espacio, no atendiendo a motivos pedagógicos, técnicos u organizativos y por tanto muy críticos con el claustro y la dirección del CEIP Fernando Guanarteme de Gáldar y la Consejería de Educación.
Creo que esta opción es para ahorrar, solamente pesan los criterios económicos.
Más allá de que la medida se pueda acordar y establecerse de forma organizada, lo que está claro es que llega tarde y que es un punto más del inicio de curso más caótico que se recuerde. Si no hubiera sido fruto de la improvisación, se podría haber preparado.
Frente a los miedos que padres como Federico Angulo Monzón, representante de los padres y madres del CEIP Fernando Guanarteme, tienen que sus hijos/as convivan en el aula con un alumnado de menor edad.
Yo me pregunto si en el plano curricular debería plantear problemas y también si podría afectar en el plano de desarrollo socioemocional. Y si la asignación de los grupos fue por sorteo sin tener en cuenta las condiciones de cada alumno.
Esta solución supone descolgar a algunos niños de su grupo de referencia, que es importante para ellos porque es donde adquieren habilidades y competencias más relacionadas con su desarrollo socioemocional en un momento en que además, después de seis meses en casa, muchos de los padres llevan desde marzo con sus hijos en la misma, sin apenas poder relacionarse con nadie y ahora, de cara al comienzo de un nuevo curso escolar, se van a encontrar de un día para otro en una situación totalmente desconocida y extraña para ellos. No van a tener sus amigos de clase que tanto añoran, y muy posible que no puedan seguir una educación al mismo ritmo que el resto de sus compañeros.
Ese riesgo es aún mayor, si el objetivo ahora es que los niños se relacionen casi exclusivamente con su grupo burbuja, por lo que su desarrollo emocional se va a ver afectado. En mi humilde opinión, creo que cada niño/a, necesita aprender a su ritmo, no con clases superiores o inferiores. Cada clase tiene que tener su nivel de aprendizaje, es inviable mezclar estas diferencias de edades, ya que están en diferentes niveles de desarrollo, maduración y necesidades educativas, porque esto causaría un enorme fracaso escolar.
Los niños necesitan volver a su grupo de referencia, con sus tutores y sus amigos – compañeros de clase. Los niños y niñas son los héroes y ejemplo de comportamiento durante los meses de confinamiento y han pagado las consecuencias de la Covid-19 de manera intensa. Evitemos ahora que paguen también las consecuencias de la falta de recursos en Educación.
Y evitemos que la escuela pública no pierda la igualdad de oportunidades.