¿Cuántas veces has escuchado tu canción favorita? Seguramente más de una vez.
A través de los últimos descubrimientos en Neuromarketing han demostrado que la música es una herramienta de despertar emociones demasiado importantes, es capaz de estimular de manera simultánea algunas de las regiones de nuestro cerebro. El marketing político emocional está de enhorabuena.
Hay quienes dicen que la música fue anterior a la utilización de las palabras a lo largo de la evolución humana. La música en política no está presente, salvo en aquellas canciones a modo de himno de siglas políticas, poco más. El comportamiento humano ante la música es sorprendente, de ahí ese refrán de que la música amansa las fieras, ¿y a las fieras políticas? también, no lo dudes. Es tal el grado de impacto que tienen las canciones, las melodías, las notas, los sonidos, que llegamos a recordar música que hemos oído antes de llegar al mundo. Cuando nos encontramos en el vientre materno, muchas de esas conocidas patadas vienen de ahí, de la reacción humana ante lo que llega a nuestros oídos
El impacto musical en la política.
En un estudio realizado en la Queen’s University of Belfast se dieron cuenta, que aquellos recién nacidos en sus primeros días de vida, al escuchar las canciones de series de televisión que su madre había visto durante el embarazo, se tranquilizaban y se relajaban, la música forma parte de nuestros estados de ánimo desde antes de nacer. ¿Quién no tiene una canción que nos alegra el alma, nos pone de buen humor o simplemente nos lleva al camino de la tristeza? ¿Serías capaz de ver una película sin banda sonora o canciones durante el metraje de esta? A que no.
En la comunicación política y el marketing de atracción, tener en cuenta la fuerza y la potencia que puede tener un mensaje acompañado de música, puede cambiar la percepción de lo que se dice, ahora quién manda es el cómo se dice. Además, se producen muchas más endorfinas, las hormonas de la alegría produciendo sensaciones de felicidad y alegría. El Audio Marketing Político es una herramienta aún por explotar, más bien por empezar a emparejarlo con los argumentarios políticos y a la hora de utilizarlo en la publicación de contenidos en los canales de comunicación.
Pero ¿Qué música utilizar junto a nuestro mensaje político? Aquí se abre un universo musical enorme: clásica, pop, jazz, soul, latina, instrumental, la que te imagines y más. Nuestro corazón regula muy bien también las ondas musicales y la tipología de sonidos que le llegan, de ahí que cuando escuchamos música muy animada tendamos a alterar nuestro ritmo y ante música más lenta procedamos de manera, normalmente, contraria.
La aplicación de la música en la política.
La música en el campo del marketing político puede utilizarse para conseguir múltiples objetivos, asociar el mensaje a un producto político, una propuesta social, una reivindicación popular, incluso para atacar a la competencia política. Si en el mundo comercial la música lleva años teniendo presencia en las grandes cadenas de compra, hipermercados, centros comerciales, ¿por qué en los escenarios políticos no? La respuesta es sencilla, se piensa mucho más en lo que ofrecemos que en cautivar y llamar la atención del receptor del mensaje, la ciudadanía.
La música en política puede conseguir cosas que hasta la fecha son impensables, por ejemplo, segmentar el mercado electoral. Un contenido a modo de vídeo con una música moderna y juvenil puede atraer un votante joven. A cambio, el mismo vídeo con una música más antigua encajará seguramente con un perfil más adulto o mayor. La utilización de canciones con técnicas de neuromarketing político puede hacer reflexionar a los clientes políticos y hacerlos viajar en el tiempo.
Cualquier canción no vale, tampoco es lo mismo un impacto audiovisual a una hora o en una época del año, que si se hiciera lo mismo en otro periodo de tiempo. Los estados de ánimo de los votantes no son lo mismo el lunes a primera hora que un viernes a las puertas del fin de semana.
Las tecnologías han abierto un mundo de posibilidades a la aplicación de la música en el marketing social, en el marketing sensorial y audiovisual. La política tiene que hacerse eco de esta arma tan poderosa cuanto antes, ahora mismo es un elemento claramente diferenciador, en unos años ya no lo será tanto. Y es que el oído se está convirtiendo en un factor muy importante a la hora de vender una marca política. Los sonidos musicales conectan de una manera muy subliminal con el cliente político. Todo esto nos lleva a pensar que los partidos y los líderes políticos deben tener en cuenta, entre sus estrategias de marketing político y electoral, la estrategia política musical. Esto conlleva elegir muy bien que canción puede acompañar a nuestro elemento de comunicación.
Ocho son los segundos de tiempo promedio en que los votantes indecisos deciden su voto en un colegio electoral. Segundos decisivos asociados a imágenes y emociones que trata de recordar, buscando respuestas ante tal incertidumbre. Aquí la música juega un papel determinante, una melodía, un input, los jingles, un recuerdo de un chasquido, cualquier elemento musical declinará la balanza en favor de un candidato u otro. Es así de evidente.
Como ya sabes la decisión de voto se trabaja en dos niveles del cerebro, el racional y el emocional. Es en esta última ubicación donde la música tiene especial protagonismo, se asocia perfectamente a esta región cerebral. La aplicación de la música de manera más contundente a las campañas políticas y a la presencia de los partidos políticos ante las personas cambiará mas pronto que tarde tendencias de voto, sobre todo en aquel votante indeciso y rebajará los índices de abstención electoral.
Algún día veremos bandas sonoras aplicadas a historias políticas, esas canciones que amansan a las fieras, si, a las fieras políticas.