¿Dónde  quedan esos días  en los  que se veneraba fervientemente  a nuestras  Fuerzas  y Cuerpos  de Seguridad  del  Estado,  donde se aclamaba  a  los  cuatro  vientos,  las heroicidades  de un grupo  de hombres  y  mujeres  que solo  cumplían  con su deber, proteger nuestros derechos y libertades?

Los días en los que en las redes sociales se tupía de felicitaciones y apoyos por las actuaciones  de aquellos,  que a pesar de recibir  insultos  y agresiones  seguían  a pie  de calle, los que valientemente defendieron y  defienden el único documento que nos protege para seguir teniendo un estado democrático, nuestra Constitución. Me temo que con un presidente y un gobierno ratificado por la cámara baja, por los pelos, va a quedar en meras palabras, un mero postureo político o como se dice en el argot de la calle un “queda bien”.

 

Lejos quedaron ya aquellas promesas electorales donde se utilizó de una manera soez el lema de la equiparación salarial. Donde todos pudimos ver cientos de fotos de los diferentes  partidos en las  cabeceras  de las  manifestaciones,  de estos  trabajadores  del Estado que simplemente solicitaban un salario digno, proporcional a la peligrosidad y responsabilidad del puesto que desempeñan, sin diferencias entre los distintos cuerpos policiales.

Servidores públicos que, sin mirar ideologías, siempre están allí tras una llamada de emergencia.  Esos agentes  que se vieron  absolutamente  solos  ante  las  agresiones  de individuos que no respetan las leyes y su única intención era asaltar nuestra democracia.

Se preguntarán cuál ha sido la respuesta de los que Generalmente el deber de protegerlos. Creo que, como yo, miles de españoles nos quedábamos ojipláticos cuando observamos con incredulidad la manera de recompensar su labor por nuestro país.

La respuesta a todo es sencilla…simplemente la anulación, la puñalada más vil, pactando con aquellos  que son enemigos  de la unidad  del  Estado.  Propiciando  que simplemente desaparezca,  caso de la  delegación  de la  Agrupación  de Tráfico  de la  Guardia Civil  en Navarra,  o repudiando  la  condena  hacia  los  que acosan a las  familias  de los  agentes, simplemente porque tu marido, padre o hijo decidió un día ayudar al prójimo. Dejando sin fondos reservados para llevar a cabo operaciones    como manera de presión o recordemos la última, que tras quiebra de la empresa de seguridad Ombuds, que obliga a los  Agentes  de la  Guardia Civil  a asumir  la  seguridad  exterior  de las  prisiones  de tres comunidades autónomas, lo que con el gran déficit de agentes en casi toda España hace que, según declaraciones de diferentes sindicatos y asociaciones policiales, no se pueda garantizar la seguridad en los centros penitenciarios.

Cuando hablamos de un gobierno progresista pensamos que las medidas fomentarán las reformas  en lo  social,  económico,  político  e institucional,  con las  que pretendan profundizar en la libertad del individuo. Pero nos damos de frente contra una pared. La realidad  que contemplamos  es  una  significativa disminución  de los  derechos sociolaborales como ha pasado con el nuevo borrador del Régimen Interno de la Guardia Civil que propuso su Director General, el Sr. Azón, que tras la unión de la mayoría de las asociaciones profesionales del cuerpo para bloquear tal aberración desistió la imposición de tal Régimen de Personal. Espero que el nuevo borrador sea acorde a las necesidades que demandan los agentes y que esté adecuado al siglo XXI.

Después  de un análisis  de este  periplo  socialista,  nos debemos plantear  cuales  son las preferencias del actual Ministro de Interior el Sr. Marlaska, quizás tenga en la cabeza otra cartera, y pasar el testigo, ya que es voz populi las diferencias de los miembros de nuestra FCSE con él, debido a sus acciones, desprecios y desencuentros. Parece que la situación está enquistada.

Lo que sí tengo claro, es que la seguridad de cada uno de nosotros es un derecho fundamental,  que un estado  peligra  sin una seguridad  garantizada, pero  lo  que es aún más peligroso es la utilización de una herramienta para la conservación de nuestro ordenamiento jurídico como rédito electoral, como arma arrojadiza política, no dándole el verdadero valor que se merece. Me  temo que, si esto continúa así, y nosotros los españoles  seguimos  permitiendo  con nuestros  votos  este  comercio  vil  de nuestros derechos, será el principio del fin de lo que hasta ahora conocemos como libertad.

Guayarmina Méndez

Secretaria Estatal de Interior y Seguridad de CONTIGO