Durante toda la crisis vinculada a la actual pandemia, desde esta organización sindical venimos requiriendo una actitud proactiva por parte del Gobierno de Canarias en la gestión de la misma para minimizar en la medida de lo posible el impacto negativo sobre la salud y la vida y, por extensión, sobre la paupérrima economía de esta nación.
El comportamiento, en líneas generales, por el contrario, ha sido el de trabajar a hechos consumados, aplicando un mayor valor a salvar determinado tipo de modelo económico que a las personas.
Así, tras una precipitada desescalada en el mes de junio, a mediados del mes de julio se entra de lleno en la segunda ola y una vez más, en nombre de la salvación de la economía, se llega tarde con la aplicación de medidas de contención.
Como consecuencia, tenemos ahora una situación en la isla de Tenerife donde la pandemia está a punto de desbordarse; de colapsar los Servicios Sanitarios Públicos, infradotados. Y una vez más, el planteamiento es bicéfalo. Por un lado, se responsabiliza a la ciudadanía del fracaso de las medidas y, por otro, y al mismo tiempo, se gestiona con el Gobierno del estado español la posibilidad de rebajar los requerimientos de control mediante PCR a los turistas para fomentar la movilidad de los mismos hacia nuestras Islas. En otro orden de cosas, se implanta un toque de queda, necesario, por supuesto, y al mismo tiempo no hay reducción del aforo en los grandes centros comerciales.
Por supuesto, hacemos el llamamiento a la ciudadanía para que cumpla con las normas de distanciamiento social, higiene, ventilación y uso de mascarilla, pero, al mismo tiempo, entendemos que la falta de coherencia en unos mensajes, que tratan de supeditar la salud a la economía y de cuasi normalizar unas cifras de afectados de extrema gravedad, son el auténtico caldo de cultivo que favorece la desobediencia social de las normas más básicas.
Desde Intersindical Canaria, y a los efectos, no de “salvar la Navidad”, sino de salvar vidas y de amortiguar el impacto de la tercera ola que con total seguridad nos afectará de lleno en la segunda quincena de enero del próximo año, instamos un endurecimiento de las medidas, tales como la vuelta a la Fase II del primer estado de alarma, con duras restricciones a la movilidad y los aforos de la actividad comercial.