La historia nunca contada de la conjura contra España (y de sus quintacolumnistas)

PREGUNTA. ¿Qué diferencia ‘La leyenda negra: historia del odio a España’ de ‘La conjura silenciada contra España’? ¿El primer libro servía de exposición de motivos y el segundo se aplica a su refutación?

RESPUESTA. Mi nuevo libro, aunque parte del diagnóstico que hacía el anterior (como no podía ser de otro modo), es complementario en varios aspectos. Primero, asumimos que estamos en una guerra cultural, y por tanto la estructura del libro se hace eco de este contexto. Por ello gira en torno a los conceptos clave de ‘hispanófobos’ (los que desde fuera alentaban la campaña de propaganda de odio contra España), ‘hispanobobos’ (los españoles que desde dentro ingenuamente nos la creímos) y por último analiza si se puede o hay razones para ser hoy ‘hispanófilos’. El nuevo libro dedica la tercera parte a analizar la pervivencia de la leyenda negra en la actualidad, incluyendo, entre otros variados ejemplos el caso de la campaña antiespañola del separatismo catalán, que hay que reconocer que ha sido todo un éxito, y cómo contrarrestarlos. Por último, he reforzado los datos históricos, pero también el enfoque interdisciplinar pues el ‘harakiri español’ afecta no solo a las fuentes historiográficas, sino igualmente a la psicología social, la filosofía, el ‘marketing’ público, la ciencia política, la estrategia de comunicación y propaganda, e incluso las técnicas de venta (de un país) o su ausencia.

 

  1. Razona en estas páginas que no ha existido en la historia ninguna leyenda negra tan agresiva y feroz. Pero, ¿no es algo que le ocurre a todos los imperios? ¿Cuáles son las razones de nuestra excepción?
  2. Ciertamente cuando alguien comienza a destacar en algún ámbito de la vida —sea político, social o eco-nómico— o amenaza con dominar un mercado o un sector, sus competidores o perjudicados tratan de contraatacar, incluyendo las consabidas campañas de desprestigio. España fue al menos durante siglo y medio (desde 1492 hasta la batalla de Rocroy en 1643, incluso hasta 1820 que perdimos las ‘Españas de América’) el enemigo a batir. Es lógico por tanto que las potencias que se sentían amenazadas reaccionaran, y de hecho la guerra cultural siempre ha acompañado a la guerra convencional.

Pero existen al menos cuatro elementos que hacen del relato hispanófobo el más agresivo y duradero de la Historia. Primero, la aparición de la imprenta y la consolidación de los servicios secretos profesionales. La imprenta da mayor fuerza al panfleto y a la manipulación de la información, hasta el punto de que todavía hoy ‘nuestros’ libros de texto consideran este hecho el desencadenante de la Edad moderna, en lugar de la ‘conexión’ con América (un nombre por cierto que no pusimos nosotros, ¿por qué será?), políticamente mucho más relevante. En segundo lugar, la amenaza que España representaba era la mayor conocida hasta entonces porque nadie antes había podido aspirar razonablemente a dominar el planeta; se hablaba con naturalidad de ‘monarquía universal’ (Tomasso Campanella), España dominaba los mares con su Armada y la tierra con sus temibles tercios, y los recursos que potencialmente podría obtener del ‘Nuevo Mundo’ se aventuraban inagotables (aunque en realidad no lo fueran y acabaran gran parte en manos de los corsarios ingleses y banqueros holandeses). En tercer lugar, se trataba de un conflicto ideológico entre la hispanidad, compuesta por el liberalismo de la Escuela de Salamanca y la doctrina social de la Iglesia, y la ideología protestante que sostenía el liberalismo británico de carácter individual; obviamente solo podía quedar uno, y ganaron ellos.

Por último, la leyenda negra antiespañola ha sido la más duradera porque pronto las otras potencias se dieron cuenta de que servía estupendamente como gran pantalla de distracción, propia de trileros, para que nadie hablara de sus propias fechorías y crueldades, estas sí reales y mucho más terribles. ¿Por qué apenas oímos de la leyenda negra británica, francesa, o norteamericana? ¿Y otras han pasado rápidamente al olvido?

La leyenda negra duró porque las otras potencias la usaron como pantalla de distracción para no hablar de sus propias fechorías y crueldades

  1. Explica aquí que el pilar principal sobre el que se levantó la leyenda negra fue ‘la doble vara de medir’. ¿Qué ejemplos la ilustran mejor?
  2. La doble vara de medir opera y sigue operando en muy variados aspectos, por de pronto en cómo los demás han construido su (verdadero o no) relato histórico dominante para la mayor gloria de su nación y orgullo de sus nacionales, y cómo nosotros hemos permitido que nos lo creen otros, además lleno de ‘fake stories’, para entronizar el pesimismo nacional. ¿Alguien, aquí o allá, alzó ayer o alza hoy la voz para denunciar que se quemaron más brujas solo en Inglaterra o en Alemania que las víctimas de la Inquisición española en toda su Historia? Las cifras de personas ejecutadas por la Inquisición durante su existencia (de 1480-1834), contrastada con la documentación disponible por estudios recientes, las sitúan en un máximo de 3.000 (Kamen), pero incluso según otras fuentes podrían ser menos. Solo en Alemania se quemaron a 25.000 brujas y sin juicio previo. Por no hablar de la persecución de católicos en la misma Inglaterra o de protestantes en Francia.

¿Alguien denunció ayer o denuncia hoy aquí o allá que murieron el 95% de los indígenas canadienses? ¿O que los indígenas australianos fueron considerados en 1770 (casi dos siglos después del descubrimiento de América) como “no humanos” por los colonizadores británicos y literalmente masacrados (de unos 500.000 en 1770 pasaron a 31.000 en 1911)? Una discriminación además que ha durado hasta casi finales del siglo XX. ¿Por qué nadie denuncia que el continente más pobre del planeta es África, donde nosotros apenas tuvimos nada que ver? Bueno sí, podemos decir que mientras la Guinea española tenía el mejor sistema sanitario del continente, los primeros campos de concentración aparecían en Sudáfrica. ¿Por qué nadie denuncia que no se crearon apenas universidades, o que las estructuras económicas que se dejaron no estaban pensadas para el progreso de esos países sino de sus metrópolis?

Y sin embargo, nadie afirma que la decadencia de África se deba a la cultura que heredaron de sus colonizadores (incluida la hoy civilizada y antes cruel Bélgica) que solo por el comercio de esclavos deberían indemnizar a la mayoría de los países afectados. ¿Por qué nadie denuncia que el caos que vive Oriente Medio es responsabilidad de las potencias colonizaras Gran Bretaña y Francia? O que los países más corruptos del mundo (Senegal, Camboya, Kenia, etc.), proceden de la mismas potencias colonizadoras. Y sin embargo, cuando se trata de la herencia española…

  1. Denuncia un ‘harakiri histórico cultural’. ¿Los propios españoles fueron los más eficaces ejecutores de las mentiras creadas contra ellos mismos?
  2. En efecto, nada de esto habría tenido el formidable éxito que tuvo, y sigue teniendo, sin contar con el impagable concurso, un tanto bobalicón todo hay que decirlo, de los propios españoles. Hasta el punto de que sostengo que, antes que la envidia, el principal rasgo de los españoles es su insondable e indeleble “ingenuidad”. Hoy como ayer. Hubo sin duda excepciones, gente muy valiosa que alertó del engaño (Azorín, Gracián, Valera, Madariaga, Menéndez Pidal, entre otros), hubo agentes directamente a sueldo de gobiernos extranjeros, pero la mayoría simplemente interiorizó la leyenda negra por ingenuidad y tal vez un punto de masoquismo o exceso de culpabilidad mal entendida (“por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa…”). No hay nada de malo en ser autocríticos, pero antes miremos qué hacían (y siguen haciendo) los otros en parecido tiempo y lugar.
  3. Seamos claros de una vez por todas. ¿Quién colonizó peor el Nuevo Mundo?
  4. Vayamos a los datos: en 1812 Hispanoamérica era bastante más próspera que Estados Unidos e incluso que la propia España, cosa que no ocurrió nunca en el caso del Imperio británico que siempre utilizó sus colonias para enriquecer la metrópoli. En cuanto a número de hospitales (abiertos a todos) y universidades (once de primer nivel) tampoco hay parangón. La primera universidad creada por españoles es de 1538, la primera creada por ingleses en Norteamérica es de 1740; de África mejor ni hablamos. La decadencia de Hispanoamérica comenzó después de la independencia, no antes, por razones que explico en el libro.

Pero es que además España nunca consideró como colonias estos territorios, sino como su parte americana con iguales derechos que la europea. Por eso los indios eran vasallos de la corona, con iguales derechos que los que nacían en la península. Y por ello todos estos territorios mandaron representantes a las Cortes de Cádiz (hasta Filipinas lo hizo). Y si miramos al presente, ¿cómo valorar que los indios norteamericanos vivan todavía en reservas (solo sobrevivieron además los procedentes de la parte española) mientras Bolivia tiene un presidente indígena? ¿Podría ser esto posible en EEUU? O compárenlo con el México de hoy donde el 60% de la población es mestiza, el 30% indígena y solo el 10 % blanca. O ¿por qué nadie denuncia que el país más pobre de Latinoamérica es Haití, de colonización francesa?

No puede negarse que España haya sido machista, pero sí que lo haya sido más que otros, como defiende el relato hispanófobo

  1. Hoy el feminismo está más de relevancia que nunca. Usted niega que España sea un país más machista que otros, ni siquiera, matiza, en el franquismo…
  2. En efecto, no puede negarse que España haya sido machista, pero sí que lo haya sido más que otros, como defiende el relato hispanófobo. Todo empieza con una ópera, ‘Carmen’, de un compositor, cómo no…, francés: Bizet. Se trata curiosamente de la ópera francesa más famosa y más representada de la historia, con lo que la imagen de España que allí aparece ha sido ‘apreciada’ por cientos de miles de personas ‘influyentes’ desde que se estrenó en 1875. Por cierto, un compositor que nunca estuvo en España… Y sin embargo, pocos recuerdan que la mujer más poderosa de la Historia haya sido española (Isabel I), o que Beatriz Galindo enseñaba latín a la reina, o que Lucía de Medrano enseñaba clásicos en Salamanca o que Francisca de Lebrija desempeñaba la cátedra de retórica en la Universidad de Alcalá, o que una monja de provincias llamada Teresa, doctora de la Iglesia, se convertía en la primera (y única) mujer de la historia que creaba ¡una orden de hombres, y además en pleno siglo XVI, la de los carmelitas descalzos! Es muy difícil, por no decir imposible, encontrar ejemplos semejantes en otras naciones, con imagen pretendidamente más moderna de Europa.

Y en España la mujer no ha perdido nunca su apellido cuando se casaba (incluso durante el franquismo), cosa que sigue sucediendo hoy sin ir más lejos en las muy modernas Francia, Gran Bretaña, Islandia, Estados Unidos o Alemania. Hasta cambian las mujeres su dirección de correo electrónico cuando contraen matrimonio, lo que causa gran trastorno en algunas empresas multinacionales. E incluso durante el comunismo, Rusia no eliminó la tradición de que se formara el apellido familiar a partir del nombre del padre. Pero nada, que los más machistas somos nosotros.

  1. ¿Y con qué salud han llegado al presente los responsables de la propaganda interna antiespañola, esos que usted llama ‘hispanobobos’?
  2. Con una salud excelente, al menos a nivel físico, otra cosa es el aspecto mental. Seguimos haciéndonos el ‘harakiri’ colectivo cada vez que alguna empresa española comete algún error o algún sector entra en crisis; y hemos aceptado estoicamente que nos encuadren dentro de los ‘PIGS’. Mientras, los demás, ante situaciones semejantes, se limitan a decir que se trata de casos aislados o errores fácilmente subsanables. Le pongo un ejemplo (en el libro doy muchos más): el mayor desastre ecológico en España lo cometió una empresa sueca, Boliden, en 1998. Eso no solo no afectó ‘en nada’ a la autoconsideración de los suecos como los más ecologistas del mundo, sino que ‘nosotros’ los seguimos viendo así. ¿Se imagina el caso al revés? Lo mismo sucede cuando admitimos, unos ingenuamente sin rechistar y otros con saltos de entusiasmo, que España sigue siendo hoy en gran parte un país franquista. ¿De verdad se creen que si Puigdemont fuera corso no estaría hace meses en una prisión de París? O si Texas o Baviera hubieran convocado un referéndum en contra de varias sentencias de sus tribunales Constitucional o Supremo, y la policía o la guardia nacional hubieran tratado de hacer cumplir esas sentencias, ¿alguien en Europa o Estados Unidos habría osado acusar a las fuerzas de seguridad de nazis o esclavistas? La doble vara de medir sigue operando, y en gran parte, porque lo permitimos.

La imagen del ciudadano medio europeo sobre España es buena, mucho mejor que la que tenemos los españoles sobre nosotros mismos

  1. De hecho, enumera un montón de asuntos de la política española en la actualidad que harían de España uno de los países más progresistas del mundo. ¿Lo saben fuera?
  2. La imagen general del ciudadano medio europeo sobre España es buena, de hecho es paradójicamente mucho mejor que la que tenemos los españoles sobre nosotros mismos; de hecho, el fenómeno del autodesprecio no opera en ningún sitio del mundo como aquí. Mientras, ellos vienen como turistas, disfrutan de nuestra cultura y paisajes, comprueban con sus propios ojos que somos un país democrático y moderno y con unos servicios públicos y privados envidiables. Ciertamente, no somos el desastre de país que se empeñan en presentar los separatistas (los cuales ingenuamente olvidan que despreciando a España se desprecian a sí mismos) y sus ingenuos cómplices voceros. No somos una nación del tercer mundo, ni del segundo, sino del primero. Tomemos el indicador que tomemos (incluido el de la corrupción) España es como mínimo uno de los 25 mejores países del mundo. Y existen 194 representados en la ONU. Otra cosa son las opiniones que vierten algunos medios de comunicación, políticos o instituciones (foráneas o no) que funcionan defendiendo otro tipo de intereses, algo más oscuros… Ahora bien, eso no quiere decir que no debamos mejorar en muchos aspectos, pero como el resto.
  3. Por último, ¿cuál podría ser ese proyecto de éxito colectivo que afirma al final que podría volver a unirnos como nación en un mundo en llamas por el auge del populismo?
  4. En el último capítulo describo cómo puede lograrse ese proyecto, aprendiendo de las lecciones que nos ofrece gratis la Historia. Intentaré resumir algunos elementos: debe prestarse mayor atención a la buena selección de los dirigentes, huyendo de los halagadores, malos asesores y validos sin sentido de Estado (Godoy) o corruptos (el duque de Lerma fue el primer corrupto de España); deben funcionar los principios de ‘mérito y capacidad’ en todos los niveles, consiguiendo que triunfen los mejores, y no los más mediocres o los más jetas; la educación debe recoger los ejemplos de nuestros grandes hombres y mujeres, nuestros héroes y heroínas (las ‘vidas ejemplares’), los referentes de lo mejor de nuestro pasado y presente, y aprender de ellos. Y una última lección, tal vez la más importante: cuando estamos divididos y peleamos entre nosotros, otros se aprovechan de nuestra debilidad y salimos perdiendo todos: la batalla de Guadalete en el 711 la ganaron los árabes, además de por la traición de algunos nobles, porque D. Rodrigo estaba en el norte ocupado sofocando una rebelión de los vascones; cuando Cataluña se rebela en 1640 contra España el resultado final es que perdimos (y perdió Cataluña) el Rosellón y la Cerdaña a manos de los franceses.

Por el contrario, cuando al esfuerzo y mérito individual unimos el trabajo colectivo en equipo hemos demostrado que podemos ser una vez más imparables, no solo en el deporte. Para redondear esta ecuación nos falta añadir un elemento: un nuevo patriotismo sano, transversal, cívico e integrador donde con toda naturalidad, un hombre o una mujer, un ateo, homosexual, comunista o federalista pueda sentirse tan patriota español como un católico, padre/madre de familia numerosa, de derechas o centralista. ¿Por qué? Porque es lo que nos hace más fuertes, lo que garantiza nuestra cohesión social y el progreso económico, y lo que sucede en todos los demás países. Por algo será. Seamos ingeniosos en lugar de ingenuos.