Las calles empedradas que suben al barrio de San Roque se encuentran desiertas, no se oyen ni las cucarachas paseando.
Personajes históricos de nuestro hermoso municipio, inertes en estatua de piedra, como el Canónigo Gordillo, se preguntan que pasa que no hay gente por nuestro pueblo.
Calles y callejones silenciosos, sin el bullicio de la Semana Santa, sin los tronos por nuestras calles, sin los rostros de nuestra gente con los llantos en sus ojos rezando al Señor Predicador, Señor de la Oración en el Huerto, Señor Atado a la Columna, Crucificado de la capilla del Calvario, Crucificado del Altar Mayor, Nuestra Señora de los Dolores, Nuestra Señora de las Mercedes, San Sebastián de Narbona y a Nuestra Señora de Guía. El año que viene seguro volveremos a tener la Semana Santa en la Ciudad de Luján Pérez.
El sonido se calla cuando todos los días a las 12 del mediodía (después del Ángelus) y durante 10 minutos suena con alegría las caracolas pidiendo que esta pandemia se termine. Sonido que todos escuchamos con alegría, porque si hace 200 años acabo con la plaga de Langosta igual ahora acaba con el COVID -19.
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No quiero seguir narrando una historia que dentro de poco será pasado, por que volveremos a recorrer muy pronto estas hermosas calles empedradas, sus rincones hermosos, su costa, su gastronomía, su artesanía, sus fiestas y su gente.
Os veré pronto pero mientras tanto #YoMeQuedoEnCasa.