Manos entrelazadas, que tejen su manto, cicatrices en sus dedos, muestra del sendero andado, dos cuerpos que no se separan a pesar de las tormentas que van pasando. Dos cuerpos unidos en armonía y conflicto que hallan su centro. Un baile del ying y el yang que saben danzar juntos.
Un café mañanero, acompañado de un beso y el más sincero de los te quiero, una siesta a la tarde que les devuelve a la calidez de su lecho.
Una discusión que les devuelve irremediablemente al abrazo de la comprensión y el te quiero, pues dos mentes nunca serán perfectas y nunca pretenderán serlo, hay belleza en la armonía de los opuestos, cuando el amor auténtico es el pegamento, hay aprendizaje en cada uno de sus hechos, aunque la perfección sea un mito olímpico y la imperfección sea el pan de cada minuto.
Sin saberlo, con una nueva cicatriz construyen algo único en la escuela de los sentimientos, sus manos se entrelazan de nuevo, aferrando el amor que llegó y no volverá a retomar el vuelo. Hay belleza en los opuestos, si no hay daño que les impida ser ellos
Viajero incauto
D.Rodriguez