Costumbres, creencias, recuerdos, renovación, es la Navidad, son los ritos del Solsticio de invierno, en el Hemisferio Norte y Solsticio de verano en el Hemisferio sur.
Días donde todo se detiene, la naturaleza parece estar recuperando su aliento, y no sabe si el sol volverá a brillar. Fiesta de la esperanza y a la vez de la inquietud, miramos hacia atrás, antes de tomar nuevo impulso para comenzar algo nuevo.
Las estaciones encadenadas unas a otras al igual que las generaciones a las generaciones, símbolo del eterno retorno. La llegada de un nuevo año trae la certeza de que lo que fue será, lo que fue volverá, de que el pasado es solo, el recuerdo del futuro, y de que la rueda del tiempo gira eternamente en todas las direcciones. ”Nihil novum sub sole”, esta traducción proviene del latín; lo mismo que se hará; y no hay nada nuevo bajo el sol. Están tomadas del libro del Eclesistés, en un pasaje de este libro bíblico, nos viene a decir que desde que se creó la tierra, no pasa nada nuevo; las mismas situaciones y los mismos hechos se están repitiendo durante milenios. Los mismos acontecimientos, recuerdos y premoniciones. Retorno eterno que nos permite prever lo que sucedió y recordar lo que vendrá. Regreso pero no repetición, porque siempre es el mismo sol y siempre es otro sol. El pasado no vuelve a suceder. Pero regresa en los ejemplos que nos da.
En la fiesta de Año Nuevo creemos descubrir, en definitiva, y en el mismo ciclo del tiempo, que no hay más tiempo que el ahora, cuando el invierno no solo anuncia la primavera, sino miles y miles de primaveras por venir. No somos hoy una de las páginas de nuestra historia, estamos viviendo en el invierno del pensamiento más que en la primavera de la renovación, Pero en el corazón del invierno podemos ser a imagen y semejanza de lo que hace que vuelva la primavera.
Podemos ser la promesa de lo que vuelve, podemos convertir la esperanza en certeza, porque la esperanza no es otra cosa que la confianza cuando, una vez más renace de la voluntad.
Feliz año nuevo a todos/as.