El alcalde de Gáldar, Teodoro Sosa, izó este jueves la Bandera Azul en la Playa de Sardina otorgada por cuarto año consecutivo por el jurado internacional del programa medioambiental Bandera Azul. Junto a la concejala de Playas del consistorio galdense, Nuria Esther Vega, y el resto de concejales del grupo de gobierno. Sosa destacó que este acto sigue siendo importante para el municipio, porque este galardón reconoce la calidad de las aguas, las instalaciones, infraestructuras y servicios que se prestan en esta preciada zona de baño del litoral galdense, “la mejor playa de arena del Norte de Gran Canaria”. Esta izada tuvo que ser realizada con las medidas de seguridad que impone el covid 19, y alcalde y concejales lucieron las mascarillas protectoras en dicho acto.
De hecho, Sardina luce ya su bandera azul extremando las precauciones por la pandemia, extremando la limpieza en duchas y baños y contando este año con un equipo de socorristas formados por un PFAE promovido por el Ayuntamiento galdense. Además, las boyas de protección y señalización ya han sido colocadas para mayor seguridad de los bañistas.
El alcalde galdense pidió paciencia y disculpas a la ciudadanía porque este año, dado el Estado de Alarma, se han retrasado las obras de la Avenida de Sardina financiadas por los fondos FEDER y con aportación del Ayuntamiento, pero que en un corto plazo mejorará la imagen de esta zona y dotará a vecinos y visitantes de un atractivo paseo, totalmente renovado, con canalizaciones, pavimento totalmente nuevo, iluminación y mobiliario renovados. Una gran Avenida con todos los servicios necesarios para esta playa con Bandera Azul, “pensada para las familias y para las personas que vienen a disfrutar de esta zona de baño tan querida”
Una playa que además destaca por estar ubicada en una bahía protegida como Zona Especial de Conservación, figura contenida en la Red Natura 2000 cuya finalidad es asegurar la supervivencia a largo plazo de las especies y los hábitats naturales más amenazados de Europa, contribuyendo a detener la pérdida de biodiversidad ocasionada por el impacto adverso de las actividades humanas, y que ocupa una superficie de más de 1400 hectáreas del litoral galdense.