Después de tantos años te vuelvo a encontrar. Estás más viejo, igual que yo, pero al tenerte de nuevo, vuelve a mi memoria aquellas tardes del cálido verano que pasamos juntos en la playa de mi niñez tumbada en sus doradas arenas, como en sus suaves callaos, según la caprichosa marea. Contigo compartí mi incipiente juventud, ávida y curiosa del mundo adulto que me rodeaba.
Fuiste la llave firme y segura que abrió mi mente y guió mi corazón. Hoy, al tenerte de nuevo y ojear tus páginas, sonrío al releer las anotaciones que emborronan los márgenes. Estaba aprendiendo a ser mujer sin dejar de ser niña.
Acarició tu vieja cubierta de desvaído título y emociónada te doy las gracias por haberte encontrado de nuevo, a la vez que tú, desde el tiempo y la distancia, me haces un guiño cómplice.