Las prohibiciones fallidas

         Los radicalismos son necesarios porque son parte esencial del juego democrático. El debate nace de la diferencia de ideas. Si solo aceptáramos las ideas propuestas por el gobierno, estaríamos siendo amaestrados como animalitos de granja. La aparición de la extrema izquierda y la derecha hizo romper con la época en la que los partidos centristas que se disputaban el poder y gozaran en varias ocasiones de mayorías “absolutistas” en los parlamentos. Con el poder de los votos instauraban, en todos los casos, lo que mí me da por llamarle “dictaduras democráticas”. No se olviden que Hitler nunca dio un golpe de estado, fue elegido en las urnas.

         El caso que estamos viviendo estupefactos en Estados Unidos es, cuando menos, ridículo en una sociedad que erróneamente se evalúa como ejemplo democrático. Prohibir las palabras de Trump, a mí, se me antoja una falta a la libertad de expresión. Aunque esté equivocado, es su versión y hay que aceptarla. De eso se trata el respeto: de aceptar las opiniones de los demás, aunque no sean la mismas que las nuestras. Ya sé que muchos me dirán que ese señor no opinaba, si no que incitaba a una rebelión. Pues que quieren que les diga, las leyes de los países tienen mecanismos para identificar esos hechos y juzgarlos. Que lo detengan, lo juzguen y ya.

         A mí no se me escapa que a los individuos que “asaltaron” el Capitolio los dejaron pasar para sacarles fotos. ¿Alguien cree que la mayor potencia armamentística del mundo no tiene capacidad para repeler la irrupción a uno de los símbolos de la patria a un grupo de tipos vestidos de carnaval? No me lo creo. Que querían culpar a Trump del lamentable acto me parece más verosímil.

         Ahora prohíben Parler. Sí, yo tampoco tengo muy claro que es lo que es eso y para qué sirve. Dicen que es una red social donde se están asociando los seguidores de extrema derecha. ¿Y por qué? Pues fácil, porque si lo han prohibido es porque es peligrosa, que es justamente lo que están buscando los radicales. Ser peligrosos. Y si creen que con el cierre se soluciona todo, están equivocados. Ya se preocuparán sus dueños de alojar las aplicaciones en servidores fuera del control del gobierno. Sólo habrán conseguido hacerles el juego que necesitaban: darles a conocer en todo el mundo.

         Y es que, en un mundo donde nos gusta todo lo que está prohibido, a veces, empujar a las cosas a la clandestinidad producen el efecto inverso. Si no, ya me dirán al tiempo.

 

Luis Alberto Serrano
luisalbertoserrano.wordpress.com
@luisalserrano