Luis es un hombre de ciencias que siente la necesidad de poner música a su vida. Quizá una manera sutil de trastocar los rígidos números de las matemáticas es hacerlos danzar en melodiosas armonías que se confundan con su propia naturaleza.

Sin proponérselo, su trayectoria vital ha estado vinculada a la comunicación, aunque realmente es el humano un ser social que necesita comunicarse de forma efectiva para desarrollarse integralmente. Luis ha dado algunos pasos más allá de las necesidades básicas para el desempeño de su profesión como profesor de matemáticas. Ilusionar al alumnado en esta materia necesita de estímulos y motivaciones singulares que tienen mucho más que ver con la actitud que con aptitud que se le supone. La música amansa a las fieras y alimenta el alma, se requiere para ello no solo vocación y conocer su lenguaje, recogerlo en un pentagrama es una tarea copiosa que una vez entrenada vuela por el universo para conectar los corazones más recios. Es fácil enamorarse en quien impulsa y transmite con pasión sus pensamientos y lo pone de manifiesto a través de sus acciones. Singularmente, este veterano profesor pone énfasis en su amor por la lengua de signos.

Interactuar con las personas sordas es -una gran satisfacción- según sus palabras. Vocación, pasión, serenidad y entrega, podrían definir al personaje con el que hemos tenido la oportunidad de transitar por algunos pasajes de su viaje vital en este corto y atrevido reportaje que les presentamos en: Encuentros con…

C.V. LUIS FAJARDO LÓPEZ-CUERVO

Nace en Madrid, de padres granadinos, después de tres hermanos y antes de otros tres. Durante su infancia suele pasar las vacaciones de verano en el pequeño pueblo de Melegís (Granada). Ahí, en la puerta de la iglesia, se reúne a diario con sus amigos, llamándole mucho la atención un misterioso señor mayor que, sin saber leer ni escribir, declama y repite La profecía, del poeta Rafael de León. Aún hoy día el propio Luis Fajardo recita de memoria dicho poema. Durante su adolescencia, en Granada, lo llamaban El niño del libro porque siempre llevaba alguno en la mano.

En casa aprende a tocar la guitarra ya que su hermano mayor, Santiago, era un experto. Más adelante tendrá la suya propia, comprada al hijo de un militar estadounidense de la Base de Torrejón de Ardoz. Con 16 años le puso música por primera vez a un poema, La más bella niña, de Luis de Góngora. En 1984 musicó un poema polaco durante su estancia en la Universidad de Cracovia.

Luis inicia sus estudios superiores en la Universidad Complutense de Madrid y los termina en La Laguna. Es un hombre de Ciencias: Licenciado en Matemáticas. Comienza de Profesor en varios Centros.

Además de su labor docente durante seis años en La Laguna, se implica en la vida cultural de sus institutos, en algunos casos como Director del Grupo de Teatro, en otros como Fundador y Director de estos Grupos, así como de actor. Su dedicación en este terreno le lleva a conseguir del Cabildo de Tenerife un premio por la representación de Los caciques.

A partir de 1992 hasta su jubilación ejerce de Profesor de Matemáticas en el IES Poeta Tomás Morales, de Las Palmas de G.C., donde también se implica en diversas obras teatrales. Es aquí donde lee Las Rosas de Hércules, quedando prendado de uno de sus poemas al que le pone música.

Sus inquietudes le llevan a matricularse en 1996 en el estudio y amplio aprendizaje de la Lengua de Signos durante cuatro años, para luego ejercer del año 2005 al 2010 como Profesor-Tutor del alumnado sordo de la ULPGC. Durante otros siete años es Profesor responsable del Grupo de Personas Sordas adultas para la obtención del Título de Secundaria.

Tras la lectura de autores canarios, queda cautivado al descubrir una poesía diferente, llena de luz, de una atmósfera misteriosa y de una sensibilidad única, en la que se habla mucho del mar, pero sobre todo de la distancia. A día de hoy le ha puesto música a una cincuentena de tales poemas.

Además de haber sido rebautizado de joven como El niño del libro, su padre en alguna ocasión lo llamó osado, Luis Balbuena (su primer Jefe de Departamento como Profesor) lo calificó de humanista, y Santiago Pérez como rapsoda.

De sí mismo Luis Fajardo dice: Soy como un niño, pero sin el como. Y sobre todo se define de la siguiente manera: Una persona muy afortunada, que trabajo en lo que me gusta.