Tengo libros para leer verdades. Tengo como rutina leer cada noche. Mi mujer dormía a mi lado, me puse a leer y la miré , observándola el cuerpo que yacía debajo de las sabanas soñaba a mi lado, junto a mí. El rostro sobre la almohada tenía los cabellos de mi mujer, con los ojos de mi mujer. Los dientes que mordían el aire a cada respiración. Acaricié los cabellos y palpé su rostro, procurando no entrar en sus sueños: no cabía duda, aquella era mi mujer. Dejé el libro, me levanté, y estuve paseando hasta que el sueño me rindió y me volvió a la cama. Desde entonces, pienso mucho en las cosas de la vida y de la muerte. Amo a mi mujer, pero si fuera más joven me volvería a enamorar de ella. Hacemos de nuestros sueños escritos una realidad. Debemos entender que cada segundo es un regalo, que aunque el sueño te gane en medio de la noche, no dejes de cumplir cada sueños que tengas.