La información nos llega del entorno a través de los órganos de los sentidos, y a partir de ahí se generan sensaciones.
Sin lugar a duda la Navidad es una época en la que nuestros sentidos están muy activos, pues se estimulan a través de la iluminación, los olores, los sabores…Es un momento de estrechar lazos sociales y familiares en ambientes que se sienten de seguridad. Se nos invita a la generosidad, solidaridad, la reconciliación, la esperanza…
¿Nos encontramos con cierta presión social para ser felices? Pensemos, por ejemplo, en los anuncios publicitarios en los que un “turrón” es el medio a través del cual se resuelve un conflicto, y que lo que nos evoca al verlos es que algo no estamos haciendo bien si no logramos resolver ciertos conflictos con algunas personas y que incluso, pueden aumentar nuestro sentimiento de soledad.
Parte de la realidad, también, son las personas que están pasando por procesos de duelo y para las que estas fechas son evocadoras de nostalgia y tristeza.
Por eso es importante que, según nuestras circunstancias, escuchemos nuestros sentimientos y necesidades y actuemos en coherencia con todo ello. Sócrates decía: El secreto de la felicidad no se encuentra en la búsqueda de más, sino en el desarrollo de la capacidad de disfrutar de menos. Siendo así, seguramente disfrutaremos de una “Feliz Navidad”.