A lo largo de cualquier periplo te vas encontrando personas con las te consideras alineado en el mismo sentir vital. Se produce la química necesaria para el entendimiento, la conversación fácil, fluida, que incita a proyectar o coincidir en iniciativas comunes que no siempre tienen porqué estar desarrolladas en el mismo momento y de forma conjunta.
Tengo la convicción de que nuestro protagonista de hoy reúne condimentos necesarios como; bondad, escucha activa, desprendimiento del ego, vocación de servicio y humildad, que le permiten ser un magnífico compañero para aventurarse en cualquier iniciativa.
Entre otras, muestra de ello podría ser «Delirios de madrugada» su primer poemario conjunto con Luisa Chico, publicado a través de ACTE (Colección Tigaiga) de la editorial cursiva.
Natural de Arucas Gran Canaria profesor de educación primaria y especialista en educación física, Eduardo García Benítez abre sus curiosos ojos allá por el 15 de febrero de 1974 en pleno centro de la ciudad de las flores. Si creáramos un paralelismo con lo que quizá defina más a esta ciudad norteña (la piedra ornamental) podríamos definir a este poeta, como un labrante de la palabra.
Autor prolífico en redes sociales con varias series: «Palabras para Rosana», «Mi doliente voz»,» la sombra del ciprés» (Suburbalia) y «Alfarero del verso» (Tamasma Cultural).
Participante en las antologías poéticas: «Poetas 88», editada por AOC, «Trilogía Antológica», proyecto de Afesol Salud Mental (Andalucía) Ediciones Algorfa y Antología Avanzando Juntos 2020, Editorial Cursiva.
Su capacidad para conciliar objetivos comunes y disposición para implicarse en la actividad cultural le lleva pertenecer al grupo Literario Palabra y Verso, a la Asociación Canaria de Escritores o como colaborador activo en Suburbalia y Tamasma Cultural, dos revistas digitales de actualidad, así como formar parte de distintos proyectos audiovisuales y culturales como son La Posada de la Nostalgia y La Ínsula de Sancho.
El próximo miércoles presenta su segundo libro y primero en solitario EL OLOR DE LA HOJARASCA, Cursiva Books.
Juan Francisco Santana Domínguez autor del prólogo, en su epílogo dice:
El olor de la hojarasca es un metafórico oscurecer en el que el poeta está deseoso de decir aquello que en el boca a boca no suele sacar a la luz, una especie de confesión al desnudo, entre la soledad que necesita cualquier creador y lo que en su interior bulle.
Muestra de su excelsa sensibilidad la encontramos en la dedicatoria «A mi madre porque siempre tuve la sensación de que sus manos llegaban a todos lados» «A liuba y a Valentina por salvarme del naufragio»
Sus poemas no tienen nombre, solo un número los señala, es el lector quién tendrá la dicha de disfrutarlos y nombrarlos.
El número 34
Muero en el olvido
de todos los silencios.
Respirar se hace extraño.
Los pájaros del desconcierto
abrazan los días uno a uno.
Toca reinventar el mundo,
pese al vértigo que producen
tantas incertidumbres juntas.