Hace quince días, anunciaban a «bombo y platillo» el fin del uso de las mascarillas en espacios abiertos y cuando no fuera posible mantener la distancia.
No ha transcurrido ni un mes y ya regresamos al nivel 2 y vuelta a empezar. Era de esperar, no creo que a nadie le haya tomado por sorpresa.
Aún existiendo toques de queda y ciertas restricciones, muchas personas no cumplían las normas, organizando y celebrando macro fiestas y un sinfín de encuentros, sin precaución ni prevención.
Entonces, de qué nos quejamos, qué están o estamos haciendo mal.
Lo que ya es una realidad, es que este virus ha llegado para quedarse y nuestros hábitos y estilos de vida, tendrán que cambiar, al menos por el momento, aunque no sea de nuestro agrado.
Se estaba viendo la luz al final del túnel, pero nuevamente, hemos dado un paso para atrás y solo espero que no sean más.
Parece que no hemos tenido suficiente con el año que hemos vivido y con todo lo que ha sucedido.
Ahora mismo, todo depende de la responsabilidad individual de cada uno y una, que en su conjunto, conforma la responsabilidad colectiva de la sociedad.
