La reciente reactivación volcánica en La Palma ha vuelto a suscitar el debatido tema sobre la estabilidad del flanco oeste de la isla y, en particular, del edificio volcánico de Cumbre Vieja, cuestión recurrente desde hace décadas, creando preocupación en la sociedad.
Desde hace 20 años, cuando algunos investigadores afirmaran la posibilidad de que se podría producir un gran derrumbamiento del flanco oeste de Cumbre Vieja y como consecuencia de este la generación de un megatsunami, se ha trasmitido el temor ante tal evento catastrófico. A pesar de que esta hipótesis ha sido rebatida y descartada posteriormente por numerosos investigadores, sorprendentemente algunos medios de comunicación siguen hablando sobre este catastrófico evento de un gran deslizamiento gravitacional del flanco oeste del volcán Cumbre Vieja.
Dicha hipótesis implicaba la existencia de una superficie de debilidad geológica de gran extensión, continuidad y profundidad, consistente en una capa basal formada por materiales producto de anteriores deslizamientos, el denominado mortalón, y la presencia de una fractura casi vertical con dirección aproximadamente Norte-Sur, de decenas de kilómetros de longitud y varios kilómetros de profundidad, que limitaría por el lado Este al pretendido deslizamiento de Cumbre Vieja.
La capa del mortalón se ha verificado en numerosas galerías, pozos, túneles y sondeos. Sobre la gran fractura no se ha podido constatar ni su continuidad ni su profundidad, por lo que las condiciones en las que se basa principalmente la teoría del deslizamiento no pasarían de una simple hipótesis. Sin embargo, si se tienen en cuenta las propiedades resistentes del mortalón, la geometría actual de la isla, la estructura geológica, la inclinación de las capas, etc., Cumbre Vieja sería estable incluso ante futuros episodios eruptivos y la sismicidad asociada, de acuerdo con los modelos geomecánicos y los análisis de estabilidad realizados, donde se ha tenido en cuenta las presiones de inyección de magmas, las aceleraciones sísmicas, la influencia de las presiones intersticiales, etc.
Para que el flanco de Cumbre Vieja llegara a reunir condiciones próximas a la inestabilidad tendrían que darse simultáneamente un terremoto de magnitud excepcionalmente alta y una erupción volcánica explosiva de gran magnitud, o bien que el edificio volcánico actual alcanzara en su crecimiento natural al menos mil metros más sobre la máxima elevación actual. Para alcanzar esta altura tendrían que transcurrir más de 40.000 años, tomando como referencia la tasa media de crecimiento de la isla en el último millón de años. Por otro lado, la probabilidad de que se produzca una erupción con un alto índice de explosividad a la vez de un gran terremoto, es sumamente remota, de acuerdo con el registro geológico de este tipo de eventos en la isla. Por tanto, Cumbre Vieja es estable, incluso bajo los efectos de erupciones semejantes a las ocurridas en las últimas decenas de miles de años.
Estos resultados son parte de varios proyectos de investigación sobre grandes deslizamientos gravitacionales y megatsunamis, en el que han participado de forma relevante investigadores del Instituto Volcanológico de Canarias (INVOLCáN).
Luis González de Vallejo
Director del Área de Riesgos Geológicos del INVOLCÁN
Catedrático Honorífico de la Universidad Complutense de Madrid (UCM)