Un piso pequeño y acogedor. Detrás de un paraban está el estudio de “Ella”, la compañera de Luis Fajardo. Todo es verde y blanco, luminoso. Hay estanterías repletas de libros, una guitarra, fotografías que dan cuenta de un amor de larga data. Y luego, él, quesos, cervezas y risas. También llanto cuando le oí leer el poema “La profecía”.
“Porque sin ser tu marido, ni tu novio, ni tu amante, soy el que más te ha querido, con eso tengo bastante”.
Me preguntó si tenía algún problema en los ojos, porque se me llenaban de lágrimas. “Nada, le respondí. Es que lloro de emoción”.
Este gaditano humilde, que estudió Matemáticas para ayudar a comprender a sus alumnos algo que para él mismo era incomprensible, no tiene cortapisas en la generosidad y la entrega. No en vano este próximo jueves 18 de febrero se presenta en el Teatro Juan Ramón Jiménez, de Telde, para poner música a los poemas de tantos autores canarios. Cincuenta y tres, para ser exactos.
A seres como Luis Fajardo no queda más remedio que quererles. Quedamos en el próximo encuentro, la próxima cerveza, el recital. El teatro estará lleno, pero hay un enlace para verlo. Los invito a buscarlo.