Hoy me ha vuelto a hablar de tu tragedia, la mar de la mañana.
Esa misma mar caribeña, que a veces se embravece con las más violentas pasiones.
Pero que con el tiempo va quedando llana y serena, dejando su cariño entre sus espumosas e inertes olas.
La misma mar que desde 1919 arrulla sin cesar vuestros sueños; la que nunca os olvida, la que siempre permanece.
Mar que os arrastró al Cielo, aducidos cuál ciclón Atlántico fuera.
Dia tras día, año tras año, sin pretender contar las horas para volver siempre abrazar las mismas almas.
Las que ya partieron, aquellas de los valientes compatriotas canarios emigrantes, que cada 10 de septiembre nos recuerdan que la mar les arrebató la vida.
¿O acaso se las dio? Porque el amor de Dios, ilimitado como alma marinera, desde entonces los acompaña en la eternidad.
¡Víctimas del Valbanera!… Para los que aquí quedamos, siempre estaréis vivas y como ejemplo en nuestros corazones.