El mar me esperaba y a unos metros ya le había besado los pies, los muslos y también le había ceñido con fuerza las nalgas y seguía besando su bronceado cuerpo semidesnudo algo débil….
Con todo este fluir natural que sigue conquistando cada vez más la topografía de su cuerpo, logro anclarme a unos centímetros de su campo de visión, el agua, lo nublado…
5 segundos tengo que recuperar el aire que me ha quitado la corriente, 5 segundos mi mano reacciona y deja caer la suya, ya cenicienta pero todavía caliente, y al cabo de unos segundos siento su mano en mi hombro. El peso de nuestro aliento parece aplanar el mar… el tiempo, la temperatura y el aire se detienen. El tiempo ya no cuenta, y toda el agua de su cuerpo, olvidando por dónde corre, sigue imantada en su piel como su nuevo océano. Mis manos se hunden en su cintura, sus senos se hunden en mi piel como un soldador… ya nada nos puede detener, presiono levemente sus labios con los ojos abiertos, sin éxito, el beso casi empezó conmigo. acercándome a su mejilla izquierda, pero rápidamente la corregí, o corregimos la dirección de la boca al unísono. Sentí todos sus labios ligeramente presionados contra los míos, ella cerró los ojos y me soltó y traté de dibujar suavemente rozando el borde de su beso, jugando con las gotas de agua aún en pie Su inconfundible labio superior… pero no puedo soportarlo… No puedo sufrir el frío profundo en mi boca y hacer que gire con esa fuerza, por lo que el agua cae en nuestra cara se ha extendido unos pocos metros. Volver a besar el mismo deseo. La falta de aire nos hace separar. En el futuro, se sentirá tan débil que está en mi pecho para evitar hundirse en el mar. – ¿Todavía tienes la loca idea de irte? – susurro mientras dejo caer su cabeza sobre mi hombro -. No es justo.
– La vida no es justa… – Condenado –