El de El Sobradillo es el tercer vertedero que se sella en Gáldar en este mandato después del de Botija y el de Amagro “con fondos europeos a través del Gobierno de Canarias”, recalca Teodoro Sosa, alcalde de la ciudad, que recuerda que “sellar no es solo retirar lo que hay sino también impedir que a partir de ahora se vuelvan a realizar esos vertidos, sobre todo de material agrícola y de construcción”. El primer edil visitó los trabajos en compañía del concejal de Medio Ambiente, Ulises Miranda, y de Urbanismo, Heriberto Reyes, a los que felicitó por su implicación en el proyecto desde el primer momento.
Sosa también agradeció a Teresa Abreu, Jefa de Servicio de Restablecimiento en la Agencia de Protección del Medio Urbano y Natural del Gobierno de Canarias, su trabajo para la consecución del proyecto, que permitirá que El Sobradillo “vuelva a ser un lugar bello de nuestro municipio”. Asimismo, también dio las gracias a la consejería de Transición Ecológica del Gobierno de Canarias y al director de la Agencia, Ángel Fariña. “La imagen es nefasta, está oculta pero no por ello no da vergüenza. Los galdenses tenemos que reivindicar que no haya ningún vertido incontrolado en ningún lugar de nuestro territorio”, añadió Sosa, que insistió en los ejemplos de Botija y Amagro.
“Botija de un antiguo vertedero ha pasado a ser un polo de atracción para las energías limpias, tenemos ya dos molinos eólicos y estamos a punto de ejecutar el tercero. Y en la zona de Amagro, que se complicó por la colocación de una planta de transferencia que daba vergüenza que estuviera en un paraje natural, hoy intentamos recuperar el antiguo merendero y se está reforestando con determinadas partidas económicas que hemos conseguido”, valoró el alcalde.
En El Sobradillo se distinguen cinco grupos de residuos según su naturaleza: de la construcción y demolición (que constituyen la mayoría), maderas en forma de palets dispersos por toda la superficie, asfaltos (mayormente situados en la cima de la montaña), restos de podas e invernaderos y plásticos y neumáticos.
De esta forma los trabajos incluyen dos actuaciones fundamentales, por un lado clasificar, retirar y gestionar el mayor volumen posible de residuos sea cual sea su naturaleza, cribarlos y llevarlos a un gestor de residuos autorizado para naturalizar la superficie.
Por otro lado, y una vez concluida la primera actuación de limpieza y clasificación, se tratarán aquellos residuos que queden, comenzando la ejecución de los distintos movimientos de tierras, los cuales persiguen readaptar las laderas del barranquillo, en la medida de lo posible, a la morfología que tenía en sus orígenes. Asimismo se procederá al final de los trabajos a la repoblación con especies propias de la zona para la recuperación del ecosistema.