Nos encontramos con frases como: “se conocen a los amigos en la dificultad”, “a los hijos en la vejez”, “a la pareja en el divorcio”, y “a los hermanos en la herencia”. Esto es tan cierto, frases tristes cuando todo parece ir muy bien, cuando todo puede ser tan bueno mientras no se toque el asunto del dinero.
Si queremos conocer la amistad sincera de alguien, prestémosle dinero y haber que caras nos pone cuando se le cobre. En el amor matrimonial, cuantas veces habiendo escases económica, es cuando ahí se acaba el amor y en el divorcio, es donde por cuestiones de dinero sale a relucir lo que realmente era aquella persona que antes te había enamorado. Y las herencias, ¡ay de las herencias! son testigo de cuando fallecen tanto el padre o la madre de familia, los hermanos se consuelan juntos, tomándose de las manos para que sus padres se sientan orgullosos desde el cielo, pero cuando llega el momento de la herencia son capaces de egoísmos, mezquindades difíciles de creer, peleas, mentiras, robos, y hasta matarse por unos metros de terreno.
Hace unos días Jesús nos hablaba de la gestión de las herencias, hay cosas tan duras de ver, y es que ante todo esto siempre decimos ¡es el dinero!, el maldito dinero, por eso me pregunto si el dinero es malo, pero al mismo tiempo me respondo que el dinero no es malo, el dinero es necesario, a menos que me vaya a vivir a la selva, seguro que ahí no necesitare del dinero.
El dinero es necesario, nuestra fe exalta el valor de la pobreza, la virtud de la pobreza como la libre elección de vivir con desprendimiento de lo material, para vivir en libertad con el espíritu de las bienaventuranzas, aún así se necesita el dinero para vivir.
¿El dinero es bueno o es malo?, te responderé que al igual, que un cuchillo no es bueno ni malo, si un cuchillo lo ponemos en mano de un buen cocinero, lo usará como buena herramienta para alimentar a mucha gente, si a este cuchillo lo ponemos en manos de un asesino, de un sicópata pues será un arma mortal.
De igual manera el dinero en manos de un buen administrador, de alguien bondadoso, honesto, de alguien con un corazón magnamine, el dinero haría mucho bien, cumpliría la función para la que existe.
Pero el dinero en manos de un codicioso, de un avaro, en manos de un tacaño, de un despilfarrador, de un imprudente, el dinero puede hacer mucho mal.
El dinero no es malo, pero sirve para revelar si tú lo eres, más bien para saber cómo sería tu relación con el dinero.
Todos necesitamos el dinero que viene del trabajo, incluso de aquel que generosamente se dona para ayudar al que lo necesita, todas son maneras legítimas de obtenerlo.
Preguntémonos como es nuestra relación con el dinero.