No es casual que las mujeres en el mundo de la política estén mucho más cuestionadas que los hombres, los estereotipos de género están imbricados en todas las capas sociales y en la política también, a pesar de los múltiples avances y la representación cada vez mayor de mujeres en la esfera política sigue habiendo desigualdades manifiestas.  

Estos estereotipos de género marcan como debemos ser las mujeres en política y en todos subyace una subordinación frente a patrones androcéntricos, las estructuras internas de los partidos políticos siguen siendo masculinas.   

Mujeres que son exitosas siempre se atenúa sus éxitos justificándolo con que tienen detrás a un mentor, un ejemplo de nuestros días, es Isabel Díaz Ayuso, cuyo ideólogo y el motor de sus éxitos se le atribuye supuestamente a Miguel Ángel Rodríguez. Esto en hombres no pasa, generalmente nadie se acuerda de quien es el asesor de un determinado dirigente político de éxito, siempre el éxito del hombre se relaciona con un logro personal y un talento innato para ello. 

 Independientemente que la ideología sea una u otra, a la izquierda y a la derecha, siempre las mujeres juegan un papel subordinado a un señor que es el que ejerce el liderazgo y lo vemos todos los días, a Irene Montero no dejan de reclamarle que está en el Parlamento no por ella, sino por su pareja sentimental. En el caso de Adriana Lastra se le cuestiona todos los días si está más o menos preparada por curriculum académico, cosa que no ocurre con ningún hombre donde el curriculum se le supone, tan solo por ser hombre.  

Las mujeres en política sufren los éxitos, no los disfrutan, ya que todos esos éxitos son atribuidos generalmente a factores externos, nunca son logros personales, más bien casuales y dependientes de otros hombres. A esto último, hay que hacer el inciso de que muchas mujeres son elegidas por hombres por tener un papel sin cuestionamiento al líder, un papel de subordinación, al fin y al cabo, son ellos los que las quitan y las ponen en las listas, se trata de supervivencia. Esto aún poco ha cambiado.  

Las mujeres sufrimos los éxitos porque a medida que se obtienen debemos estar validándolos continuamente y probando una y otra vez que ese éxito es un logro que nadie lo ha facilitado graciablemente. Porque no se trata de que las mujeres no compartamos el éxito en política con el grupo, si no que más bien ese éxito se diluye en grupo y nunca, o casi nunca, es personal, cosa que si ocurre con los liderazgos masculinos.  

Todos los éxitos son atribuidos a agentes externos en las mujeres y cuidado, todos los fracasos son atribuidos de manera individual a las mujeres. A las mujeres se nos pone mucho más a prueba y existe doble vara de medir. La opinión pública castiga con más vehemencia los fallos de las mujeres que se dedican a la cosa pública y ejemplos tenemos muchos. 

Pero, además, si una mujer pone en cuestión los roles tradicionales, mujeres que rompen moldes, entonces no faltará quien hace burlas sobre su aspecto personal y/o sobre su ambición desmedida.  La ambición se castiga en las mujeres, mientras que en los hombres se ve como positivo y de éxito.  

Otras mujeres también han sufrido los estereotipos de género y vasta oír cómo se las clasifica, el caso de Ángela Merkel, que desde el principio fue cuestionada por ser mujer, siendo también la chica de Kohl (su mentor), destacó por su capacidad de escucha y un liderazgo austero. Merkel tuvo que adaptarse al medio y supo a la vez enfrentarse a grandes líderes políticos, calla las críticas al ser una gran modelo a seguir, como mujer un ejemplo, dos premios nobel y 16 años de canciller en Alemania.   

Los hombres están en política, las mujeres pasan por la política y ellas son sustituibles rápidamente. Las listas se renuevan por las mujeres casi siempre y son pocas las que sobreviven, generalmente las más pegadas a los líderes.  

Ejemplos tenemos muchos, pero por aterrizar en lo más cercano, ¿cuántas mujeres alcaldesas existen?, de 21 municipios en Gran Canaria, tan solo hay una representación del 14% frente al 86% de varones.  ¿Cuántas mujeres presidentas en Cabildo a lo largo de su historia?, tan solo María Eugenia Márquez, ¿cuantas presidentas de la Comunidad Autónoma?, ninguna.  Los datos muestras que la vida política es cosa de hombres y que las mujeres tenemos que sortear desventajas estructurales que existen en la sociedad y en los partidos políticos, eso sí, en algunos más que en otros.