El día 25 de mayo de 2.005, tuvo lugar en Fuerteventura la primera Asamblea de La Orden del Cachorro Canario. Nos desplazamos a dicha isla varios compañeros junto con el Presidente de Gran Canaria y nacional, Jaime Llinares, con el fin de darles nuestro apoyo.
Es justo reconocer que nos sentimos verdaderamente desbordados por todas las atenciones que nos dedicaron.
Poco antes de empezar la Asamblea Juan González Vajerón, (solista de timple muy conocido en Gran Canaria), me presentó a Casimiro Camacho, con el que le une una vieja amistad que data desde que eran muy jóvenes. La biografía de Casimiro es muy extensa pero bastará con unas pinceladas para conocerle mejor: Fue el pionero de los concertistas de timple junto con Totoyo Millares. Ambos fueron los primeros timplistas que dieron un concierto como solistas acompañados por una orquesta sinfónica. Aquí hay una duda de quién fue el primero, pues hablando con los dos por separado, ambos me dijeron haber sido él. Supongo que la memoria de alguno de los dos le jugó una pasada.
También fue relevante en la carrera de Casimiro el disco que grabó acompañado del gran guitarrista-concertista Efrén Casañas, de renombre internacional.
Debo decir que Casimiro Camacho fue mi ídolo cuando yo me iniciaba en este instrumento, siendo solo un niño. Hay que resaltar que a pesar de los pocos medios de difusión que había en esa época, pues sólo existía la radio y la prensa escrita, a Casimiro Camacho se le conocía en toda canarias.
Después de la Asamblea nos invitaron a comernos una machorra en una finca propiedad de un compañero cachorrúo. Una vez que nos instalamos sacamos los instrumentos y empezó la parranda con los siguientes tocadores: Casimiro tocaba el requinto haciendo la melodía, Juanito Valeron tocaba la guitarra y yo tocaba el timple. Un amigo de Casimiro que también tocaba el timple lo dejo a petición suya y se dedicó a cantar. Vamos, la parranda ideal.
Es una pena que Casimiro Camacho ya no pueda tocar el timple debido a los dolores que le produce la artrosis que tiene en ambas manos.
Intentó hacer un solo con mi timple y lo tuvo que dejar a medias por los dolores tan fuertes que le producía en la mano izquierda. Es lamentable, pero él ya lo tiene asumido. El requinto y la guitarra sí puede tocarlas porque tienen el brazo más ancho.
Estuvimos tocando y cantando durante cuatro o cinco horas. Claro está que para aguantar tanto tiempo no faltó en ningún momento un buen vasito de vino con un cachito de carne de cabra o de queso majorero, que hacían en la misma finca de manera artesanal. Todo estaba muy bueno.
Fue un verdadero honor para mí, compartir aquellos momentos y acompañar con mi timple a Casimiro y a nuestro Juanito Valerón, con quien llevo mucha amistad desde mi incorporación en La Orden del Cachorro Canario a finales de 1.999, y más cuando en un descanso del parrandeo Casimiro, que estaba sentado a mi lado, me echa el brazo por encima del hombro y me dice, textualmente: «Es que tú le das al timplillo lo que lleva». Verdaderamente me sentía muy a gusto, y desde luego de todos los elogios que he recibido por mi forma de tocar, este es el que más valoro.
Juan Valerón y Casimiro Camacho se conocían, como ya dije desde jóvenes, pues aparte de vivir en el mismo barrio de la ciudad de Las Palmas, a donde el majorero se mudó por conveniencia para sus actuaciones, jugaron juntos al fútbol. Casimiro de portero y Juan de extremo.
Casimiro me contó una anécdota que quiero compartir con todos, pues me autorizó a publicarla, diciéndome textualmente: “esto ocurrió de verdad, has lo que quieras con ella”.
Sin embargo, no descubriré el nombre del protagonista por razones que ustedes entenderán, por lo que utilizaré un nombre ficticio.
ANÉCDOTA N° 1.- Casimiro Camacho se encontraba en el teatro Pérez Galdós, en un ensayo general acompañado de un conocido grupo canario, interpretando como solista de timple diversos temas de un compositor canario que también se encontraba presente en una zona apartada del escenario. El ensayo era el último, previo a la grabación de un disco que tendría lugar la siguiente semana en unos estudios de Madrid. Aparte del compositor también se encontraban en el patio de butacas algunas personas relevantes de la sociedad canaria, que habían sido invitadas al ensayo.
Cuando acabó el ensayo, el compositor, Don Jesús, emocionado, se dirigió a Casimiro felicitándole cariñosamente por la interpretación de sus temas, pero, según me contaba Casimiro, no le gustó la forma tan cariñosa de felicitarle acariciándole las manos y la cara en repetidas ocasiones; así que sin pensárselo dos veces le soltó un cachetón. Don Jesús se quedó parado, sin saber que decir, pues no le encontraba justificación alguna al brutal comportamiento de Casimiro.
Como justificación a su conducta, me explicaba Casimiro, que se sintió muy ofendido por el hecho de que don Jesús, que era homosexual, le hubiera acariciado reiteradamente las manos y la cara. Que pegarle el cachetón significaba que no aceptaba sus caricias, pues pensó que si no lo rechazaba la gente podría pensar que también él era homosexual.
Hay que aclarar que en aquella época ser homosexual era peor que tener una enfermedad contagiosa. Nadie quería estar al lado de ellos, pues si te veían juntos ya todos decían que también tú eras maricón; por lo que eran incomprendidos y estaban totalmente marginados, hasta tal punto que en muchísimas ocasiones los metían en la cárcel aplicándoles la famosa ley de entonces de “Vagos y Maleantes”. Aún hoy en día hay varios países, evidentemente tercermundistas, que los condenan a la pena de muerte. Injusto pero cierto.
Casimiro pensó que no le llamarían para ir a los estudios discográficos de Madrid, pero se equivocó pues a pesar del grave incidente, lo llamaron y asistió a la grabación del disco en la fecha y en los estudios previstos con el grupo al completo.
La sorpresa de Casimiro Camacho llegó cuando salió el disco al mercado. Su nombre no aparecía por ninguna parte a pesar de que sí estaba su timple interpretando los temas que grabó. Únicamente aparecía como timplista el del conocido grupo.
Casimiro comprendió inmediatamente, que esa fue la forma de devolverle el cachetón don Jesús. Posiblemente fue más doloroso. Lo aceptó y no hizo ninguna reclamación.
Esta otra anécdota me la contó Juan Valerón y ocurrió en un partido de fútbol que jugaban ambos un sábado por la mañana. Por la noche Casimiro tenía que dar un concierto.
ANÉCDOTA N° 2.- Ocurrió que la mañana del mismo día que Casimiro tenía que dar un concierto en el teatro Pérez Galdós de la ciudad de Las Palmas, se fracturó el dedo índice de la mano izquierda jugando un partido de fútbol. Naturalmente el dedo se le hinchó y los dolores, como pueden suponer, eran muy fuertes. Aún así, y sin acudir a ningún médico para que no le inmovilizaran la mano, Casimiro hizo su actuación y cosechó un gran éxito. Nadie se enteró de su lesión. Era además un gran profesional que siempre cumplía con sus compromisos. Al día siguiente fue al hospital y le inmovilizaron la mano después de reducirle la fractura.
La Orden del Cachorro Canario en Fuerteventura, le ha reconocido sus méritos llevando el nombre de canarias y de su isla por todos los escenarios en que actuó, nombrándole Cachorro de Honor. La máxima distinción de esta emblemática Asociación.